En algún lugar al norte de Italia, revela un texto super impuesto, se desarrolla la historia de Call Me by Your Name, la más reciente película del director italiano, Luca Guadagnino (Io Sono L’Amore, A Bigger Splash), la cual bien podría ser la que defina la carrera del cineasta. Calmada y cuidadosamente, Guadagnino navega esa confusa y arrolladora, pero a la vez esclarecedora primera experiencia con el amor, y el resultado es un eterno romance cuyo lugar en los libros de cine ya está asegurado.

La cinta, protagonizada por Armie Hammer (The Social Network) y Timothée Chalamet (Interstellar), está basada en la novela homónima del autor André Aciman. Elio (Chalamet), un adolescente italo-americano, desarrolla una fijación por Oliver (Hammer), un estudiante de su padre (Michael Stuhlbarg) que llega a su casa para pasar el verano como su asistente. Entre baños en lagos de Italia, discusiones sobre lenguaje, historia y música, Elio y Oliver ceden a sus deseos y experimentan un verano que está destinado a cambiar sus vidas para siempre.

Desde su llegada, Oliver se convierte en la atracción principal del hogar, en el que el joven Elio es hijo único. La seguridad e inmediata popularidad de Oliver y su cuerpo perfecto provocan sentimientos opuestos en Elio, desatando una inocente competencia que se convierte en coqueteo y eventualmente en la primera experiencia homosexual de Elio, quien, al igual que el destacado estudiante de humanidades, embarca -sin darse cuenta- en una urgente búsqueda de identidad. El sentido de urgencia, sin embargo, no es aparente de un primer vistazo. Para Elio, descubrirse a sí mismo podría ahorrarle un corazón roto a Marzia (Esther Garrel), la chica con la que descubre su sexualidad; la misma que utiliza para llamar la atención de Oliver.

En la urgente búsqueda de identidad de los protagonistas, Guadagnino es un cineasta sin prisa y con tiempo de sobra. Con la fuente completa a su disposición, el director y su guionista James Ivory mueven las fichas con la concentración y precisión de un cirujano. Los primeros encuentros entre los protagonistas son momentáneos e incómodos, pero siempre reveladores. La tensión aumenta con cada uno de ellos, simultáneo con los deseos de los protagonistas. Poco a poco, la envidia de Elio se convierte en admiración, y luego en una fuerte atracción. Cuando finalmente llega el momento, el director vuelve a tomarse su tiempo, esta vez, enfocándose en el desastre que puede ser el primer encuentro sexual entre dos personas que se han deseado por mucho tiempo. Los besos se convierten en intentos de mordidas, como cuando se quiere comer al otro y no de manera alegórica.

Call Me by Your Name nunca deja de ser un relato íntimo, pues a Guadagnino y su guionista poco les interesa explorar las implicaciones sociales de una relación homosexual en la década de los ochenta. Esas están ahí en nuestro subconsciente, y queda en nosotros atarlas a las luchas internas de los protagonistas. La localización íntima y remota de su hogar y unos padres estudiosos y tolerantes obliga al cineasta a saltar alguno de los temas más explorados del cine queer, enfocándose en las consecuencias inmediatas de este romance. La diferencia de edad tampoco es una cuestión que al director, guionista o novelista le interese explorar en su historia, al menos no desde una perspectiva externa o ajena a la relación.

Pero las verdaderas estrellas de la película son sus actores, liderados por una fantásticas actuación de Chalamet, seguido muy de cerca por Stuhlbarg. El veterano actor es responsable de un monólogo en el tercer acto que no solo añade capas sobre capas a su callado pero sabio personaje, sino que sirve como catálisis de una historia que requiere paciencia y tolerancia.

 

TIFF 2017: Crítica de Call Me by Your Name
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