La parte más emocionante del año para cinéfilos es también una de las más difíciles, y es que escoger de 10 a 15 películas entre las cientos y cientos de películas que estrenen durante el año en nuestras salas de cine es casi una tortura.

Por supuesto, entre ellas la mayoría siempre serán títulos fáciles de descartar; algunos porque no gustaron lo suficiente o fueron simplemente decepcionantes, u otras como el thriller Split, la cinta de terror A Cure for Wellness, la hipnótica Blade Runner 2049 y hasta la controversial Star Wars: The Last Jedi, por atreverse a ir en contra de lo establecido y obsequiar a los fans con algunos de los momentos más emocionantes de la saga. Estas, aunque estuvieron perfectamente bien, al final del año habrían sido superadas por otros trabajos que lograron calar más profundo. También se lleva mención honorífica Wonder Woman, no solo la mejor película que haya producido el DCEU, sino que también por representar un enorme logro para las voces femeninas del cine.

También merecedoras de una mención, pero por las razones opuestas, destacan la insufrible King Arthur: Legend of the Sword, la increíblemente aburrida Dark Tower y la sorprendentemente inferior a su predecesora, Fifty Shades Darker. Estos son solo algunos de los títulos más decepcionantes de un año que cambió las reglas del juego y nos obsequió, durante los solitarios primeros meses del año, sorpresas como Get Out, The LEGO Batman Movie y la explosiva secuela, John Wick: Chapter 2.

El 2017 también vio los mejores trabajos de Kristen Stewart y Robert Pattinson, quienes se encuentran a siglos de distancia de sus años en Twilight y poco a poco se han establecido como dos de las actores más interesantes de Hollywood.

Ojo: Me faltan por ver The Post de Steven Spielberg y Phantom Thread de Paul Thomas Anderson, dos de las películas más celebradas del año.

El director James Mangold despide al más volátil, testarudo y querido de los estudiantes del Profesor Charles Xavier con una elegía violenta que tendrá a los fanáticos del personaje en éxtasis durante dos horas y quince minutos. Lo que ha logrado Mangold para los fans de Wolverine no es nada menos que la mejor película del superhéroe y tal vez la mejor entrega de los X-Men desde X-2. Logan es una digna despedida a un personaje que por siempre quedará grabado en la historia del cine, y al actor que lo inmortalizó.

Tras haberse destacado en la comedia durante años, el escritor Jordan Peele (Key & Peele, Keanu) hace su debut como director de cine con “Get Out”, un thriller que se atreve a explorar el estado actual de las relaciones raciales en Estados Unidos, añadiendo un toque satírico y disfrazado de una película de terror. La historia toma un giro inesperado en el tercer y último acto, en el cual navega miedos genuinos de la comunidad afroamericana. Aunque añade un tono satírico, Get Out nunca abandona los elementos de terror que el director trabaja ingeniosamente alrededor de un comentario social, en un período de suma relevancia.

El cine con cualidades eternas es cada vez más difícil de encontrar. Más raro aún que la criatura mitad pez, mitad hombre de la que Sally Hawkins (Happy-Go-Lucky) se enamora en The Shape of Water, el filme más accesible de la carrera de Guillermo del Toro, y uno que logra exactamente eso: sentirse como una propuesta inmortal, incapaz de envejecer con el pasar del tiempo. La ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia es un cuento de hadas y símbolo de esperanza para los marginados y extranjeros en todas partes del mundo. También es el trabajo más completo del director mexicano desde El Laberinto del Fauno.

Si hace nueve años me decías que en el 2017 vería excelentes actuaciones por los protagonistas de Twilight, me habría reído en tu cara. Admitámoslo, las película del vampiro resplandeciente y el lobo modesto nunca fueron las favoritas de los críticos. En el 2017, cerca del décimo aniversario de la primera de las adaptaciones del trabajo de Stephenie Meyer, los hermanos Safdie exprimen lo mejor de Robert Pattinson en Good Time, un thriller visualmente refrescante que toma rutas inesperadas y se refresca constantemente.

Con Dunkirk, el director Christopher Nolan toma uno de los riesgos más grandes de su carrera: el de contar una historia de guerra donde no existe un héroe en el centro. El diálogo se reduce al mínimo, mientras la mezcla de sonido, la cinematografía de Hoyte Van Hoytema y la música del alemán Hans Zimmer adquieren protagonismo en este exitoso experimento técnico. La película es una arriesgada exploración del desespero del hombre en circunstancias extremas. Arriesgada porque presenta la guerra en su estado más crudo, sin la necesidad de incurrir en visuales perturbadores, violentos o sangrientos. A Nolan solo le interesa que la audiencia esté presente, tanto en la playa con los soldados como en el aire con los pilotos. Con sonido impecable, poco diálogo y tomas amplias con las que mantiene vivo el formato de 65 mm, Nolan confecciona una de las experiencias más inmersivas de todos los tiempos.

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