Casi dos décadas y ocho películas después (sin contar Deadpool) desde que los X-Men llegaron a los cines por primera vez a cargo del director Bryan Singer, “X-Men: Apocalypse” viene a demostrar que la franquicia está necesitada de nuevos personajes e historias originales que se desvíen de la fórmula que está siendo implementada en la mayoría de estos filmes de superhéroes que invaden nuestras salas de cine y establecen nuevas marcas de recaudo. Las pocas excepciones han apostado a historias y estilos refrescantes como “Deadpool” y “Guardians of the Galaxy”, las cuales han sido celebradas y recompensadas por ello. En el mejor de los casos, “X-Men: Apocalypse” provee 143 minutos de entretenimiento que busca complacer a aquellos seguidores cuya fe en la franquicia fue restaurada hace dos años con “Days of Future Past”, filme que intercaló ambas versiones de los personajes que ya habían sido introducidos en las películas de Bryan Singer y en la precuela de Matthew Vaughn, “X-Men: First Class”. “X-Men: Apocalypse” está lejos de ser  una mala película, pero luego de haber preparado un camino lleno de posibilidades, la película se muestra tímida a la hora de recorrer nuevos caminos que reten a la audiencia.

“Apocalypse” funciona como el final de la trilogía que comenzó Vaughn en el 2011 y como un nuevo comienzo para los personajes que ya habíamos conocido en la trilogía original, pero que fueron reintroducidos luego de que los eventos de “Days of Future Past” deshicieran todo lo que construyeron 20th Century Fox y Bryan Singer. Diez años después de esos eventos, Charles Xavier (James McAvoy) ha vencido la depresión en la que estaba sumergido, Magneto (Michael Fassbender) intenta tener una vida normal y Mystique (Jennifer Lawrence) recluta mutantes para la escuela del Profesor X. Mientras tanto, una nueva amenaza se levanta de entre los escombros. Apocalypse, interpretado por Oscar Isaac, ha despertado con planes de exterminar toda vida en el planeta para crear uno nuevo. El primer mutante en la historia recluta a cuatro mutantes rebeldes y confundidos como sus Cuatro Jinetes, incluyendo a un Magneto que ha vuelto a cuestionar el propósito de los mutantes en la vida.

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La octava película de los Hombres X es la más ambiciosa de todas en cuanto a la escala de sus secuencias de acción y el tamaño de elenco, pero una historia común y un villano unidimensional sugieren que la franquicia está más que lista para ser renovada. Un cambio de director no vendría mal, considerando que Bryan Singer ha dedicado la mayor parte de la pasada década y media a esta franquicia y que probablemente ya ha aportado todas sus ideas. Esto queda evidenciado en el guión de Simon Kinberg, el cual carece de peso emocional con excepción de una escena al comienzo en la que el siempre brillante Michael Fassbender hace maravillas con un giro apresurado cuya función es justificar su lealtad al villano Apocalypse y volver a jugar con la frágil relación entre él, Mystique y Charles Xavier. El resto de los elementos emocionales del filme dependen de “flashbacks” que hacen referencia a la superior “X-Men: First Class”. Dichas escenas retrospectivas alimentan una prometedora trama secundaria que había sido abandonada luego de “First Class” y que aquí es explorada de manera superficial hasta el tercer acto, proveyendo un momento emocional genuino entre Charles Xavier y la agente Moira MacTaggert, interpretada nuevamente por Rose Byrne.

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Quicksilver (Evan Peters) vuelve a hacer de las suyas con una secuencia que se apoya de su corta pero memorable participación en “Days of Future Past”. Sin embargo, la escena llega sin avisar en medio de lo que se supone fuese uno de los momentos dramáticos del filme, inmediatamente inyectado con música y acción que fuerza un cambio drástico de tono, el cual deshace el efecto que hubiese tenido la secuencia anterior por sí misma. Viejos y nuevo fanáticos del personaje apreciarán sus movimientos caricaturescos, pues es a esta misma sección de la audiencia a la que está dirigida esta película, mejor descrita como una convención de los mutantes más reconocidos de los cómics, incluyendo al que nunca puede faltar y ha mantenido esta franquicia con vida.  Cyclops, Jean Grey, Storm y Nightcrawler  son reintroducidos a la franquicia a cargo de un prometedor grupo de actores que en lugar de imitar a los que lo hicieron antes que ellos, proveen nuevas características. Sobresale la actriz Alexandra Shipp como Storm, uno de los pocos personajes con lo más parecido a un arco de desarrollo.

Una escena después de los créditos que confundirá a gran parte del público es evidencia de que “X-Men: Apocalypse” fue confeccionada para los fanáticos más “hardcore” de los cómics, quienes sin duda alguna disfrutarán de ver a sus personajes favoritos luciendo atuendos llamativos que sólo podrían estar presente en una película de los X-Men que se desarrolla en la década de los ochenta.

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X-MEN: APOCALYPSE es para fanáticos
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