Esto no es otro análisis más de lo que significa Star Wars en la cultura popular pues de esos hay más que suficientes y, de todos modos, no soy lo suficientemente inteligente. Esto es personal, lo que significa la historia galáctica más famosa de todos los tiempos. De lo mucho que le agradezco.
Hace unos 30 y pico de años, la “historia de un chico, una chica, y un universo” llegó a mi vida. No entendí muy bien de que se trataba pero, sabía que era algo especial. El heroísmo, el valor, la dignidad de una princesa, la extraña admiración hacia un villano robótico, se sintieron tan crudos como todo a esa edad, cuando cada sensación es nueva e intensa.
La ansiedad social que me ha perseguido toda la vida me impedía socializar con otros, compartir la emoción de esa aventura interestelar. Pero cuando pensaba en Star Wars, todo cambiaba. Cerraba los ojos, me veía rodeado de amigos y aliados. Era uno más de la rebelión, combatiendo el malvado Imperio galáctico, haciendo gestas tan heroicas que conquistaría la Princesa de mis sueños.
En Star Wars, aprendí sobre el valor. Con Empire Strikes Back, descubrí lo que es el amor. No solo la coquetería entre “Han” y “Leia”, sino el amor por los demás. Por una causa en la que se cree. El amor que “Luke” tenía por sus amigos, por el cual arriesgó todo. El amor de un padre, incapaz al último momento de dar el golpe final. El amor de un hijo, completamente intacto a pesar de su ausencia.
Llegando a la adolescencia, me enteré que Star Wars era para “nenes raros”, nerds sin novia ni amigos. Quédate callado, no hables de esas cosas a menos que estés en tu casa. Mejor habla de deportes. Luego encontré otros “raros” como yo. Star Wars fue la “droga de entrada” al mundo de la fantasía, heroísmo y ciencia ficción.
A los 20 años de su estreno, Star Wars regresó al cine para darme otra lección: que se fastidie lo que otros piensan, esto me gusta, lo voy a disfrutar. Mejor “raro” que infeliz.
Hoy continuo viviendo ese aprendizaje, gozando de lo que me gusta, es mi vida. Star Wars nunca terminará y, aunque sus creativos frente y detrás de la cámara seguirán partiendo, son inmortales. La Fuerza nos acompañará… Siempre.