El 18 de diciembre de 2020, en la parte alta de una pandemia, Lucasfilm le dio a sus fans el Luke Skywalker que la trilogía original les había prometido.

Es diciembre de 2017. La segunda película de la “trilogía secuela” de Disney tras haber adquirido Lucasfilm llegaba a los cines del mundo entero. Dos años antes, “The Force Awakens” había despertado mucho más que “la fuerza”. Con la primera película de Star Wars en una década, también había despertado el fanático durmiente dentro de todos nosotros. Ese mismo fanático, dos años después pedía la cabeza de un director que con el descarte del “lightsaber” azul dividió a la fanaticada más apasionada en la historia del cine. Las ideas del director Rian Johnson se han reseñado hasta el cansancio por los pasados tres años. Sus defensores le tienen una alta estima, mientras que sus detractores recién tuvieron que aceptar que la película por siempre será parte del canon oficial de Star Wars y no hay nada que puedan hacer al respecto. Si en algo todos podíamos estar de acuerdo, es que esta película había creado un peculiar y desafortunado desbalance.

Dos años más tarde, “The Rise of Skywalker” trató de enmendar algo que para muchos estaba roto, pero solo confirmó lo que la mayoría de los fans ya temían. La nueva trilogía, con todos sus aciertos (entre ellos Kylo Ren), nunca supo exactamente hacia dónde se dirigía. Ese mismo año, sin embargo, Jon Favreau (Iron Man, The Lion King) y Dave Filoni (The Clone Wars) tomaron algunos de los elementos más queridos de Star Wars y los colocaron justo en medio de un “spaghetti western”, logrando lo que parecía imposible: unificar, a lo largo de ocho episodios, una fanaticada fragmentada por una trilogía que levantó pasiones así como recaudó millones. La nueva serie también abrió puertas a un infinito de posibilidades en una novel plataforma de “streaming”.

“The Mandalorian” había llegado con toda la intención de restablecer el balance. Un año y 16 episodios más tarde, la serie original de Disney+ cumplió en darle a los fanáticos de Star Wars algo que los complace fácilmente y que siempre ha estado al alcance y disposición de quienes estén a cargo de contar estas historias. Para el fanático más fiel, Star Wars debe incluir duelos de sables de luz, el regreso de personajes icónicos y un evidente conocimiento y respeto del universo en que se desarrollan. Adicionalmente, “The Mandalorian” sumó nuevos personajes que por siempre estarán afiliados a Star Wars, así como tuvo tiempo para redimir otros. Pero fue en el Capítulo 16, el final de la segunda temporada, que la serie hizo lo que muchos solo se habían atrevido a especular semanas antes: traer de vuelta a Luke Skywalker.

The Mandalorian – Disney+

Tal y cómo se había rumorado entre fans esperanzados pero escépticos, es un joven Luke quien recibe la señal de Grogu en el planeta Tython y quien más adelante llega a su rescate en el episodio final. En una secuencia de pasillo que emula la legendaria masacre de Darth Vader al final de “Rogue One: A Star Wars Story”, un Luke Skywalker en pleno control de sus habilidades destruye, uno a uno, a los Dark Troopers de Moff Gideon (Giancarlo Esposito). Si su llegada en un X-Wing no lo había delatado, lo hicieron el guante negro o el sable de luz verde con el que perforó el esqueleto de una nueva cepa de Troopers que minutos antes parecía impenetrable. La secuencia entera fue capaz de dibujar una sonrisa en la cara del fanático más exigente. A otros, según sus reacciones en redes sociales, los llevó a estallar en llanto.

En aproximadamente nueve minutos, “The Mandalorian” nos ofreció un vistazo a un Luke Skywalker poderoso; un guerrero. En cierto sentido, se trata del Luke que muchos habrían querido ver en “The Last Jedi”. Para un gran segmento de los fans, este habría sido el progreso natural del personaje tras los eventos de  “Return of the Jedi”. Sin embargo, la visión de Rian Johnson necesitaba al Maestro Jedi en circunstancias diferentes, apartado de la fuerza, gruñón, exiliado, pero igual de sabio y no confrontativo que cuando lo vimos salvar a su padre. Para otros, incluyendo al aclamado director de “Knives Out”, esta sería su evolución natural. Muchos no estuvieron de acuerdo, y mientras J.J. Abrams intentó hablarle a este segmento con “The Rise of Skywalker”, su propuesta quedó plagada de incongruencias que ni el más dedicado fanático ha logrado descifrar.

Pero las intenciones de Favreau y Filoni con esta sorpresa no deben confundirse con las de Abrams, quien descartó inmediatamente las ideas de Johnson para complacer a un sector muy vocal de los fanáticos de Star Wars. El Luke de “The Mandalorian” expande aquel que fue creado por George Lucas y Mark Hamill mientras coexiste en armonía con el de Rian Johnson. Es la rara instancia  -al menos en la historia reciente de Star Wars- en que los creativos logran el anhelado balance que ha servido como base para esta eterna franquicia. Uno no excluye al otro, y ese es su mayor acierto. Su presencia no le añade ni le resta al Luke de las otras películas, pues la secuencia está diseñada exclusivamente para provocar una reacción positiva universal.

Ya tendrán tiempo Favreau y Filoni para explicar qué sucedió con Grogu. ¿Habrá sido víctima de Ben Solo muchos años después? Ya se especula que Mando pudo haber cumplido su promesa de buscarlo antes de la matanza a manos de quien luego se convertiría en Kylo Ren. Esto supone al menos una aparición adicional de Luke en la serie, abriendo la oportunidad a que sea Mark Hamill quien haga el papel nuevamente sin la necesidad de CGI.

El emocionante regreso de Luke Skywalker no pone punto final a un debate de más de tres años. Lo que sí logra es volver a unir a los fans mediante un bofetón de nostalgia. Esta ha sido la sencilla pero efectiva estrategia de Favreau y Filoni, quienes han utilizado “The Mandalorian” para explorar nuevas ideas y géneros en Star Wars sin perder de vista lo que es importante para los fans. 

Por ahora, el universo de Star Wars está en manos seguras.