Gracias a los adelantos tecnológicos, al alcance de un teléfono inteligente o una computadora, podemos encontrar la información de muchas figuras públicas. Las redes sociales están acaparadas de noticias, ciertas o falsas, que le permiten a la mayoría de las personas conocer y ser parte de la vida de su cantante, actor, actriz, político o deportista favorito. Es por esto que cuando se estrena una película biográfica, me pregunto: ¿Qué dato nuevo puede aportar a lo que ya conozco de esta celebridad?
I Wanna Dance with Somebody, la película biográfica sobre Whitney Houston, se siente restringida, no aporta nada nuevo y culmina como algo inmemorable. Estas limitaciones no le hacen justicia a la aceptable interpretación de Naomi Ackie, que evoca muy bien a “La Voz” de Estados Unidos. La cinta, dirigida por Kasi Lemmons, pone una pared invisible en muchos elementos que pudieron ser elevados a algo glorioso en dirección y actuaciones. Ninguno de estos dos últimos elementos pueden romper la barrera del guion escrito por Anthony McCarten (Bohemian Rhapsody, Two Popes).
Esta narración carece de investigación y profundidad más allá de un ¨copy and paste¨ de cualquier biografía que Google te de sobre Houston. Una de las citas que me gustó de la película es: ¨Los dioses ya están ahí¨. Pero, irónicamente, McCarten aprisionó lo que pudo ser una glorificada semblanza en 2 horas y 30 minutos, tiempo que parece que no le fue suficiente para honrar la memoria de esta gran cantautora. Los dioses estaban tratando de salir de esta premisa, y no pudieron en una escritura que agrava el título de una de las canciones más populares de Houston: I Wanna Dance with Somebody. El también título de esta película, tiene un origen que me dio vergüenza y no aporta nada al desarrollo de la película. Quien decidió ponerle este título a la cinta, no pensó que la actriz es conocida como “The Voice”, un título que hubiera elevado el propósito de la película y me hubiera ahorrado unos cuantos caracteres al escribir esta reseña.
Sin embargo, no todo es triste y lamentable en esta biografía incapaz de hacer brillar a su elenco. Si eres aficionado de Whitney Houston, la película tiene su positivismo en el ¨jukebox musical film feeling¨ que honra las mejores canciones de su carrera. Cada puesta en escena de Naomie Ackie interpretando a Whitney Houston es respetable, a pesar de que los momentos de canto son un ¨lip sync¨. Aunque a favor de la decisión, sería imposible alcanzar la gran voz de Houston. No obstante, Ackie sustituye la falta de un canto original a la interpretación física y facial de la cantante de manera exacta y significativa.
I Wanna Dance with Somebody no es una película que te invita ni a bailar con nadie ni aporta algo nuevo a la vida y memoria de Whitney Houston. Es una buena recopilación musical de sus canciones y una aceptable interpretación por Ackie, a quien le deseó el mejor futuro en su carrera y que pueda tener la oportunidad de presentar su talento en mejores proyectos que no sean como este largometraje. I Wanna Dance with Somebody ya está disponible en cines.