4. Incredibles 2

La secuela más anticipada del año fue exactamente lo que habíamos soñado desde el 2004, y un poco más. Iniciando justo donde terminó la primera, el director Brad Bird trabaja con una mentalidad de continuidad que automáticamente elimina los 14 años entre una y otra. Con excepción de una animación superior, la secuela de Disney Pixar logra capturar todo lo que gustó de la primera sin descuidar el desarrollo de la primera familia de superhéroes.

3. Sorry to Bother You

En la vena de películas como la ganadora del Oscar, Get Out, la propuesta Sorry to Bother You tiene como norte el comentario social, presentado a través del lente de lo absurdo, pero esto ni siquiera comienza a describir el viaje que es esta, una de las películas más ambiciosas que verás este año. Con ambición, por supuesto, llegan tropiezos, pero nunca tan memorables como las ideas que el director y guionista Boots Riley presenta mediante visuales, el último nunca igual que el anterior, pero todos al mismo nivel de dominio del medio y destreza admirable.

2. Hereditary

La cinta de terror del primerizo Ari Aster tiene algo que aún no me he podido sacudir; algo de lo que no me puedo desprender. Hay algo sobre el sufrimiento y la pérdida que encajan perfectamente en el género, y directores como Aster y Jennifer Kent (The Babadook) están más que conscientes de ello. Pero mientras Kent se tomo el tiempo de desarrollar una atmósfera de suspenso y terror genuino, Aster arremete desde el arranque con visuales que quedan tatuados en la mente de la audiencia. Su estrategia es agresiva pero efectiva, y viene de la mano de una actuación por parte de Toni Colette tan merecedora del Oscar como la de la australiana Essie Davis en The Babadook. (Lee la crítica completa aquí)

1. Mission: Impossible – Fallout

Cuatro secuencias de acción forman el esqueleto de Mission: Impossible – Fallout, para las que Cruise y McQuarrie no escatimaron en “stunts” que estimulan gritos ahogados en la audiencia, y esto es sin contar una genial secuencia en que la cinta rinde homenaje a uno de los “memes” más reconocido de Tom Cruise: su estilo al correr. Elevando el promedio de “stunts” peligrosos por película de 1 a 4 (1.3 stunts por acto), la película es clara evidencia de que existen actores dispuestos a arriesgarse de esta manera, no solo por entretener, o por adicción a la adrenalina, sino para mantener vivo el arte del efecto práctico; lo que por siempre se ha definido como la magia del cine. (Lee la crítica completa aquí)

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