De aquí a diez años, harán documentales de cómo una película basada en la peor película en la historia (The Room) se convirtió en una de las mejores del año. The Disaster Artist se coloca, junto a Ed Wood de Tim Burton, como una de solo dos obras maestras sobre películas universalmente adoradas, pero reconocidas como intentos fallidos de hacer cine. Aunque no es necesario haber visto The Room para disfrutarla, fanáticos descubrirán que The Disaster Artist  no solo se preocupa por completar el proceso de reivindicación de Wiseau, sino que también se esfuerza en recompensar la devoción de los fanáticos que, a pesar de las críticas, fueron capaces de revertir con admiración y disfrute en los detalles más pequeños, la suerte de un filme destinado al olvido. Como el extravagante Wiseau, James Franco desaparece en la larga cabellera negra, palidez, ojos caídos y el misterioso acento que hasta el día de hoy, el cineasta insiste es proveniente de la ciudad de Nueva Orleans. Este es, indudablemente, el mejor trabajo de cu carrera.

Todos recordarán la segunda adaptación de la novela de Stephen King como aquel proyecto que logró lo imposible: superar en cada aspecto a una de las adaptaciones más celebradas entre los seguidores del terror y el trabajo de King. Por supuesto, aquella miniserie de 1990 está muy lejos de ser perfecta, pero una gran actuación de Tim Curry como el payaso Pennywise la había elevado como clásico de culto con el pasar de las décadas. Casi 30 años después, el director Andy Muschietti logró confeccionar un filme que, con un acertado elenco de niños e impecable ejecución, cautivó tanto a la crítica como a la audiencia general.

Con solo 23 años, la actriz irlandesa, Saoirse Ronan, es merecedora de una tercera nominación al Oscar por Lady Bird, el encantador debut como directora de Greta Gerwig. La película plasma con honestidad las ansiedades de una adolescente en el estresante período de transición entre la Escuela Superior y la Universidad. También es la más real interpretación de la compleja dinámica entre la mayoría de los padres trabajadores y sus hijos, quienes fácilmente subestiman o ignoran sus sacrificios.

Una de las piezas más completas e importantes del cine puertorriqueño, el documental Nuyorican Básquet celebra uno de los más grandes tesoros de este país: su selección nacional de baloncesto, en especial la del ’79, compuesta por algunos de los más importantes contribuyentes a la historia de baloncesto local. Además de arrojar luz sobre los conflictos sociopolíticos que tuvieron y continúan teniendo influencia directa en nuestro deporte, el documental destaca el sentimiento de patriotismo, el rol del deporte en la identidad puertorriqueña y las figuras políticas y expertos del deporte -entre ellos el recién fallecido Elliot Castro- que de una forma a otra han aportado a su desarrollo.

El más inusual relato de fantasmas del 2017 espanta audiencias, no con ruidos y rostros desagradables, sino con una de las más reales exploraciones de pérdida desde la sublime The Babadook y la subestimada The Autopsy of Jane Doe. El más reciente filme del director y guionista francés, Olivier Assayas (Clouds of Sils Maria), sigue a Maureen Cartwright (Stewart), una compradora personal que busca hacer contacto con el fantasma de su hermano gemelo. La travesía de Maureen no responde a los clichés del género del terror, y mediante un constante cambio en el tono, se sumerge en los principios de soledad, pérdida y el auto-descubrimiento en una nave capitaneada por una Kristen Stewart que se consolida como una de las más refrescantes actrices dramáticas de nuestros tiempos.

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