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Por Orlando Maldonado 

Lo he dicho antes y lo seguiré diciendo: El Universo Cinemático de Marvel (MCU) funciona mejor cuando no se toma en serio a sí mismo. “Guardians of the Galaxy”, para muchos (me incluyo) la mejor propuesta dentro de este universo, sirve como el ejemplo perfecto. Ant-Man, la última película de la segunda fase, fortalece esta idea con un filme que ni tan siquiera está cerca de ser el fracaso que muchos habíamos vaticinado tras la salida del aclamado director y guionista Edgar Wright (Shaun of the Dead) y la entrada de Peyton Reed, un director cuyo trabajo más reconocido es la comedia de porristas “Bring it On”.

“Ant-Man” sería mejor descrita como la primera película de robo dentro del MCU, abandonando en cierto modo la tediosa fórmula que han seguido cada una de las películas de origen de Marvel. Por primera vez en mucho tiempo, el planeta Tierra no se ve amenazado por fuerzas extraterrestres o seres con poder superior al de nuestro héroe, quien tampoco posee habilidades fuera de este mundo ni es un genio científico y multimillonario con todo el equipo necesario a su disposición.

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Scott Lang, personificado por el siempre excelente y subestimado Paul Rudd, es un recién liberado convicto por robo que en medio de la desesperación al no poder proveer para su hija por sus antecedentes decide regresar, por una sola noche, a la vida que lo llevó a la cárcel. La vida de Lang da un giro inesperado cuando, en lugar de riquezas, encuentra un misterioso traje en la bóveda del hombre millonario al que intenta estafar.

El hombre millonario es Hank Pym (Michael Douglas) un pionero de la ciencia y tecnología y el “Ant-Man” original, ya retirado. Años atrás, Pym creó una fórmula que le permite modificar el espacio entre átomos, lo que permite alterar el tamaño de las cosas. El traje, ahora en posesión de Lang, es lo que hace posible esta transformación, que, además, hace más fuerte de lo usual al que lo utilice. Cuando su fórmula cae en manos de un hombre peligroso y permite la creación de un traje similar al de Pym, el retirado superhéroe decide pasar la antorcha a Lang, un hombre en busca de reivindicarse con su vieja familia.

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“Ant-Man” es exactamente lo que deben ser las películas de Marvel; puro entretenimiento con el balance perfecto de acción, humor y corazón. El guión de Joe Cornish, Edgar Wright, Paul Rudd y Adam McKay es exactamente lo que sugiere la gran cantidad de nombres que requirió producirlo; una amalgama de tonos y personajes secundarios colocados con cuidado y únicamente dónde funcionan. Aunque aún quedan rastros de lo que alguna vez fue el bebé de Edgar Wright, el producto final es, sin duda, la visión de Peyton Reed, lo que sorprenderá a los que, como yo, habían reducido sus expectativas. También hay que entender que Reed nunca fue un extraño en este universo, pues siempre había estado en la lista de posibles directores que carga Kevin Feige, presidente de Marvel Studios. De hecho, el mismo Feige reveló que Reed fue una de las primeras opciones que evaluaron para dirigir Guardians of the Galaxy, proyecto que finalmente cayó en las manos capaces del director James Gunn.

El villano siempre ha sido una de los aspectos más débiles de las películas que componen el MCU. Con excepción de Loki, no ha habido un villano que represente una real amenaza para el héroe titular o que al menos tenga una fuerte presencia. Darren Cross/Yellowjacket, personificado por Corey Stoll (House of Cards), tampoco es el villano que estos héroes merecen, pero es una agradable mejoría. Cross es uno de esos personajes que no tiene que demostrar cuán malvado es cada cinco minutos para llevar el mensaje. Durante la primera mitad de la película, Cross es el tipo de villano que expresa más su maldad con las cosas que no dice que con sus acciones. Es el tipo que aunque no muestre sus garras todo el tiempo, sabes que es capaz de hacerlo y que es sólo cuestión de tiempo.

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Evangeline Lilly como Hope van Dyne es mucho más que el interés amoroso de Scott Lang, es su entrenadora. Tampoco es la doncella en aprietos en que han convertido a Jane Foster de “Thor” y la mayoría de los personajes femeninos en películas de superhéroes. También te miro a ti, Mary Jane Watson. Hope es tan capaz como Scott y la verdadera sorpresa de una historia que fue desarrollada por cuatro hombres. Sin embargo, la verdadera estrella de “Ant-Man” es Paul Rudd, quien demuestra una vez más que es capaz de cargar un proyecto de esta magnitud. Sabíamos que Rudd podría trabajar el humor sin problema alguno, pero también quedó demostrado que es una estrella de acción. También resalta Michael Peña con con algunas de las líneas y reacciones más graciosas de la película.

Me atrevería a decir que “Ant-Man” tiene las escenas de acción más originales de todas las películas del MCU. No hay nada tradicional en escenas de acción en las que un hombre del tamaño de una hormiga se enfrenta a personas tamaño real, creando secuencias impresionantes que desde nuestra perspectiva lucirían absurdas. Lo mejor es que el director lo reconoce y lo añade de manera ingeniosa al humor de la película. Después de todo, estas películas que se desprenden tanto de la realidad funcionan mejor cuando están conscientes de sí mismas. Es cuando intentan hacer la transición a un tono más serio que todo se va por la borda.

Afortunadamente, “Ant-Man” hace todo lo posible por no caer ahí y demuestra que, como dice el famoso dicho, las mejores cosas vienen en empaques pequeños.

Acción y humor del tamaño perfecto en ANT-MAN
3.5Overall Score
Dirección
Actuación
Cinematografía
Guión
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