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Por Orlando Maldonado (@omaldonado2)

Dawn of the Planet of the Apes llega para reforzar lo que se perfila como uno de los mejores veranos para el cine en mucho tiempo. Tal vez sea muy temprano, pero me atrevería a decir que la secuela de Rise of the Planet of the Apes no solo supera a su antecesora, sino que también a cada uno de los títulos que estrenaron antes que ella. Claro, aún queda la mitad del verano y cualquier cosa puede pasar, especialmente en uno repleto de sorpresas. Sin embargo, si un título quiere superarla, tendría que ser una propuesta muy cerca de la perfección.

La secuela se desarrolla diez años después de los acontecimientos de Rise of the Planet of the Apes en un mundo donde la humanidad está al borde de la extinción tras el brote de la gripe de simios, utilizado en la primera película como una posible cura contra la enfermedad de Alzheimer.

Andy Serkis regresa como Caesar, aquel simio que conocimos durante la primera película y que ahora, junto a su propia familia, es el líder de una comunidad de simios que por primera vez en muchos años, deberá enfrentar un grupo de humanos sobrevivientes que también cuentan con un líder en Dreyfus (Gary Oldman), un hombre que está dispuesto a derramar sangre para que la humanidad tenga una nueva oportunidad. Aquí es donde entra Malcolm (Jason Clarke), un padre cuya misión principal es proteger a su hijo y que servirá como mediador entre Dreyfus y Caesar, quién ve en Malcolm un reflejo de su antiguo dueño Will Rodman (James Franco).

La confrontación entre ambos bandos es inevitable, pero la historia que la precede y el mundo que ha creado el director Matt Reeves (Let Me In) es tan cautivante que no querrás que este momento llegue. Pero cuando finalmente llega – cortesía de aquellos miembros de cada bando cuyos intereses personales van por encima del frágil acuerdo de paz – es evidente que el director guardaba sus trucos más impresionante para la segunda mitad de la película, compuesta de los momentos más conmovedores del filme, complementados por visuales poderosos que confirman a Reeves como un director visionario que solo necesita varios segundos, la perspectiva de un simio que gira 360 grados encima de un tanque de guerra para transmitir imágenes cargadas de emociones.

Reeves, junto a los guionistas Mark Bomback y el matrimonio de Rick Jaffa y Amanda Silver hacen énfasis nuevamente en los simios, con los personajes humanos pasando a un segundo plano. Lo que en otras manos pudo haber sido la receta perfecta para el fracaso, funciona por el maravilloso desarrollo de personajes, tanto simios como humanos. Las presencias de Caesar y el villano Koba son lo suficientemente fuertes como para echarlos de menos cuando no estamos con ellos.

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Pero no todo el crédito recae sobre el director y los guionistas. Como era de esperarse, Andy Serkis resalta con un fenomenal desempeño de “motion capture” y es el responsable de dar a Caesar las características humanas que lo hacen un personaje muy fácil de querer. Son estas características lo que eventualmente lo sitúan en una situación incómoda en la que tendrá que escoger entre los humanos y un grupo de simios liderados por Koba (Toby Kebbell), que representa las características más tenebrosas de los humanos. Caesar busca paz entre simios y humanos, mientras que el interés de Koba es que los simios se conviertan en la especie dominante del planeta.

Aún cuando la guerra es inevitable, es bastante claro que los cineastas detrás de esta visión no esperan que la audiencia escoja entre ambos bandos. Reeves y los guionistas logran que simpaticemos con cada uno de los personajes y las razones detrás de sus acciones, por más oscuras que parezcan, y aunque apoyar a Caesar se sienta como la decisión correcta, es inevitable entender las razones detrás de los actos violentos de Koba, un simio cuyas cicatrices reflejan el mal trato que recibió por parte de los humanos.

Dawn of the Planet of the Apes es un estreno veraniego que tiene mucho que decir, pero es cuidadoso a la hora de complacer al público general. Mientras cumple con los requisitos de una película de acción de verano, la secuela de Matt Reeves logra transmitir un mensaje muy relevante sobre el control de armas de fuego y la naturaleza violenta del ser humano.