“Zombieland: Double Tap” mantiene la mayoría de los elementos que funcionaron hace 10 años en una secuela entretenida que llega al menos cinco años tarde.
Hace 10 años, la película “Zombieland” llegó a los cines adelantada a sus tiempos, al igual que otras propuestas del género como “Shaun of the Dead”. La cinta de Ruben Fleischer, quien pasó a dirigir “Venom”, logró un perfecto balance entre comedia auto referencial y una buena dosis de violencia zombie para convertirse en una de las sorpresas más agradables del 2009. Pero eso fue en el 2009, cuando este tipo de acercamiento a un sub-género sobre saturado era considerado refrescante. Una década y decenas de intentos similares de reinventar el cine de zombies, esta secuela se siente perdida en el tiempo.
Como la publicidad de la película nos ha obligado a reconocer, han pasado 10 años desde los eventos de la primera película. También han pasado 10 años después de su estreno en cines. En la espera de esta secuela, tres de sus actores principales recibieron nuevas nominaciones al Oscar, con Emma Stone convirtiéndose en la única ganadora del grupo. Si algo tiene esta secuela a su favor, es el hecho de que sus protagonistas, ahora reconocidos en el mundo entero por sus roles dramáticos, estuvieran dispuestos a regresar a este mundo post-apocalíptico. Sin embargo, esto dice más sobre el valor sentimental de su predecesora que de lo que esta nueva propuesta intenta lograr, que en pocas palabras, se puede resumir en… ¿lo mismo? Para fanáticos, esto probará ser suficiente.
Una década después, Columbus (Jesse Eisenberg), Wichita (Emma Stone), Little Rock (Abigail Breslin) y Tallahassee (Woody Harrelson) todavía intentan sobrevivir en la estadidad, donde los muertos vivientes han evolucionado y literalmente cualquiera puede vivir en la Casa Blanca. Ahora desalojada, la Mansión Ejecutiva es el hogar de esta familia de cuatro, cuyos intereses básicamente se mantienen iguales. Tallahassee sigue siendo un aficionado de las armas de fuego; mientras que Columbus continúa firme en su creencia de que sus 73 reglas, todavía encabezadas por la importancia del cardio, lo han mantenido con vida hasta ahora. Wichita, aunque feliz con Columbus, sigue siendo un espíritu libre, mientras que su hermana, Little Rock, naturalmente es tratada como la niña del grupo.
Es la llegada de nuevos intereses de índole romántico lo que pone en marcha el conflicto de la secuela. Little Rock ha conocido a otro sobreviviente, quien la seduce con la idea de un estilo de vida pacífico y la oportunidad de conocer el amor en un mundo en el que la humanidad está casi extinta.
Con la llegada de nuevos personajes, entre ellos copias exactas de Columbus y Tallahassee a cargo de Luke Wilson y Thomas Middleditch, el guion de Paul Wernick, Rhett Reese y Dave Callaham mantiene parte de ese humor auto referencial que funcionó anteriormente. Lamentablemente, también mantiene una fórmula similar a la primera, sin lo elementos “meta” que empleó “22 Jump Street”, una secuela que reconoce, acoge y hace referencia a los clichés de este tipo de secuelas. “Zombieland: Double Tap”, olvida una de las reglas más importante de una continuación, y es reconocer por qué funcionó en primera instancia. En la primera película, la adopción de nombres de ciudades como sus nuevas identidades le dio otra dimensión a los cuatro personajes principales. La secuela, sin embargo, los despoja de esta cualidad especial cuando hace lo mismo con el resto de los personajes que este grupo encuentra en el camino, como si fuera esto práctica universal del apocalipsis zombie.
Este es solo uno de los elementos que recicla esta secuela, cuyo elenco principal logra elevar con ayuda de uno de los pocos atributos que han evolucionado con los zombies: su excelente química. La adición de Zoey Deutch (The Politician en Netflix) como un nuevo interés amoroso para Columbus funciona gracias al talento innegable de la actriz de 24 años, más se ve constantemente amenazado por la falta de razones para mantenerla en la historia. Es gracias a la propia Deutch, en total control de su personaje exagerado y caricaturesco, que su bienvenida no se sobre extiende.
“Zombieland: Double Tap” no reinventa la rueda, pero tampoco justifica el que ni siquiera intente hacerlo. Después de todo, era lo menos que se esperaba de la secuela de aquella película que tuvo la valentía de matar a Bill Murray en uno de los cameos más memorables de la pasada década. En esa misma línea, “Zombieland: Double Tap” termina en una nota positiva con la que posiblemente sea la mejor escena post créditos del año.