Reseña: “Deadpool” con Ryan Reynolds

¿Cómo se recupera un estudio luego de un duro golpe como lo fue el fracaso de “Fantastic Four” a nivel mundial? Si tu respuesta fue “ir en la dirección opuesta”, no te has equivocado. “Deadpool”, la más reciente adaptación para el cine de un personaje de Marvel Cómics es la deconstrucción definitiva del género a manos de un estudio que confía plenamente en las habilidades de su actor principal, Ryan Reynolds, quien por años abogó por una mejor adaptación de este personaje tras la abominación que fue el primer intento en “X-Men Origins: Wolverine”. Para los que no recuerdan, sea porque sucedió hace siete años atrás o porque simplemente porque se obligaron a sí mismos a olvidarlo,  esta es la segunda vez que Reynolds interpreta a Wade Wilson dentro del universo que ha creado Marvel para los personajes de Marvel que le pertenecen, en su mayoría mutantes. La diferencia es que ahora, luego de casi una década de limpieza, reflexión y muchas chimichangas, el actor finalmente convenció al estudio de darle una segunda oportunidad en la pantalla grande al mercenario más boquisucio de Marvel. El resultado es una historia de origen que no tiene nada que envidiarle a la primera película de “Iron Man” ni a la más reciente, “Ant-Man”.

Antes de continuar, y tomando prestada una de las técnicas mejor utilizadas en la película, conocida como el “flashback”, es necesario ir hacia atrás y presentar la trama de la película. Wade Wilson (Ryan Reynolds) es un ex militar convertido en mercenario que se enamora de una prostituta llamada Vanessa (Morena Baccarin), quien le otorga un nuevo significado a su vida. El desarrollo de su relación, una de las más reales que se haya presentando en cualquier película de superhéroes, se nos muestra mediante un montaje que es tan dulce como obsceno, pero siempre gracioso. Consciente de que está en una película, el narrador nos adelanta que estos momentos de felicidad suelen preceder alguna tragedia.deadpool_web9Como se nos prometió, la tragedia llega con un diagnóstico de cáncer y la decisión de someterse a un tratamiento, impulsado por la promesa de una vida libre de esta enfermedad. En un universo alterno en el que Nicholas Sparks es contratado para escribir este guión, el tratamiento habría sido exitoso y Wade y Vanessa habrían vivido felices para siempre, pero este no es ese tipo de película. El villano Ajax, interpretado de forma amenazadora por Ed Skrein – años luz mejor que como lució en The Transporter Refueled – rápidamente le revela a Wilson sus intenciones de convertirlo en un esclavo y venderlo al mejor postor, desfigurándolo con el fin de activar su mutación. Impulsado por sed de venganza y la esperanza de poder regresar a Vanessa con su antiguo rostro, Wade se convierte en Deadpool, un anti-héroe sarcástico que hace justicia al sobrenombre de mercenario bocazas o “merc with a mouth” en inglés.

Desde los créditos iniciales, queda claro que “Deadpool” no es la usual película de superhéroes a las que nos tienen acostumbrados. Créditos como “un cameo innecesario” y “los verdaderos héroes de esta historia”, refiriéndose a los guionistas, causarán una que otra risa ahogada, pero eventualmente cae en lo repetitivo, lo cual tal vez sea un simple adelanto de lo que podemos esperar del personaje principal. En el fondo de los créditos, un automóvil da vueltas en el aire en cámara lenta, producto de una persecución que se nos enseña minutos después, la cual se desarrolla – mientras brincamos del presente al pasado y al presente otra vez – durante el primer acto de la película. Los X-Men Colossus y Negasonic Teenage Warhead son introducidos durante el primer acto, pero su presencia en esta secuencia se limita a ser inspiración para los chistes de Deadpool, quien asegura “no tener tiempo para mierdas de X-Men”. Pero que esto no se confunda con una crítica negativa, pues el humor obsceno del personaje y sus referencias a la cultura popular son lo que mejor funciona, especialmente cuando Wade Wilson/Deadpool se expresa consciente de que está en una película, rompiendo lo que en el cine se conoce como la cuarta pared.web2Ryan Reynolds nació para interpretar a Deadpool, y los que apreciamos su trabajo en comedias como “Van Wilder”, “The Proposal” y “Just Friends” veremos su carrera hasta este momento como una larga audición para conseguir este rol. La evidencia más clara es su rol en “Blade Trinity”, cuyos paralelos al personaje de Deadpool son imposibles de ignorar. Aquí, Reynolds está en completo control de sus habilidades, además de tener luz verde para insertar cuantos chistes le parezca. Aunque toma tiempo digerir el gran flujo de chistes por minuto – lo cual podría llevar a pensar que los guionistas y el actor están tratando demasiado -, sólo basta con leer un poco sobre el personaje para entender que su apodo de “merc with a mouth” y gran parte de su popularidad se debe a que, en parte, Deadpool es un “try hard”. Ryan Reynolds, un autodeclarado fanático del personaje, demuestra estar consciente de ello.

En lo que respecta a la historia, es una que hemos visto mil y una vez, siguiendo el formato más arcaico del relato de origen. Lo que hace que esta pieza sea original, es su ferocidad en los diálogos, su carencia de remordimiento en cuanto a la acción violenta y explícita y, por supuesto, sus enorme pelotas cuando directamente intenta destruir otros títulos del género, incluyendo películas financiadas y distribuidas por el mismo estudio que ha dado vida a este inusual pero divertido proyecto.