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Por Orlando Maldonado (@omaldonado2)

Justo cuando estaba a punto de perder la esperanza en las propuestas cinematográficas de Marvel Studios, aparece el director James Gunn con Guardians of the Galaxy, una refrescante y divertidísima adición a la multimillonaria franquicia. Desesperanzado porque no lograba conectar con las más recientes películas de Marvel y desilusionado por la decisión de deshacerse del director Edgar Wright en el proyecto de Ant-Man, ya me había convencido de que esta franquicia solo contaba con un cineasta capaz de reconocer y poner en acción el tono ideal, y su nombre es Joss Whedon. ¡Pero me equivoqué! James Gunn, director de Super (2010), logró una película que se rehúsa a tomarse en serio y encuentra tiempo para desarrollar el grupo de personajes más memorables desde que Jon Favreau introdujo a Tony Stark (Robert Downey Jr.) en el 2008.

Peter Quill, quien se hace llamar Star-Lord, encabeza este inusual grupo de superhéroes. Desde que fue secuestrado de la Tierra cuando tenía nueve años, Quill se ha dedicado a cazar recompensas para el malvado Yondu (Michael Rooker). Su más reciente misión se ve interrumpida por Gamora (Zoe Saldana), hija adoptiva del villano Thanos, un mapache problemático llamado Rocket (Bradley Cooper) y un árbol que habla llamado Groot (Vin Diesel), cuyo vocabulario está limitado a tres palabras.

Cuando los cuatro terminan en la cárcel, se unen a Drax the Destroyer (Dave Bautista)) para escapar y llevar la esfera a un misterioso coleccionista que ofrece una enorme cantidad de dinero por ella, mientras el malvado Ronan the Accuser hará lo necesario para tenerla en su poder y hacer con ella lo que todos los villanos de este universo quieren hacer; destruir algún planeta.

Si suena trillado, es porque lo es, pero Guardians of the Galaxy hace algo que ninguna de las otras películas de Marvel había hecho antes; reconoce su tonta premisa y desarrolla sus personajes alrededor de la misma. Peter Quill se hace llamar Star-Lord, nombre completamente absurdo que en un universo alterno hubiera terminado en la alineación de Los Vengadores.

Afortunadamente, el guión de James Gunn y Nicole Perlman y sus personajes reconocen cuán estúpido suena y desarrollan chistes a su alrededor. De hecho, a esto se dedica en gran parte el ingenioso librero de Gunn y Perlman. Cada uno de los clichés de películas de superhéroes recibe un giro humorístico que hace de Guardians of the Galaxy la ópera espacial más divertida desde Serenity (2007).

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El alma de la película, sin embargo, son sus personajes principales. Peter Quill hace su entrada mientras baila al ritmo de “Come and Get Your Love” de Redbone en la superficie de un planeta abandonado, estableciendo perfectamente el tono de la película. El resto de los personajes, incluyendo a Quill, se encargan de mantenerlo vivo durante el resto de la película.

Quienes se roba la película, sin embargo, son los únicos dos personajes del grupo que son computarizados. Rocket (Bradley Cooper) y Groot (Vin Diesel) son tan inseparables como peligrosos. Rocket es el cerebro, y en gran parte, la voz del dúo, mientras que Groot (Vin Diesel) es el músculo. Proponer que este dúo son el comic relief sería casi una irresponsabilidad de mi parte, pues más que eso, son el alma de este conjunto de perdedores en busca de esa gran oportunidad de ser alguien.

Todos estos personajes, desde Star-Lord hasta Drax, han perdido algo importante en sus vidas. Todos comparten un cierta pena que, por más diferentes que parezcan uno del otro, los mantiene unidos. Es este gran balance entre el humor y emociones es lo que hace que Guardians of the Galaxy no solo funcione, sino que resalte entre los más recientes títulos de Marvel.