The Hunger Games: Catching Fire es la segunda de cuatro películas basadas en la trilogía de Suzanne Collins que llevan el mismo nombre, y el resultado del gran éxito de series como Harry Potter y la saga de Twilight, que casi automáticamente dieron luz verde a decenas de adaptaciones de novelas para adolescentes. Con nuevo director en Francis Lawrence ( I am Legend) y dos guionistas en Simon Beaufoy (Slumdog Millionaire) y Michael Arndt (Little Miss Sunshine), Catching Fire vencía desde temprano la idea de que las secuelas son rara vez superiores a sus predecesoras, o al menos eso prometía.

Poco después de haber salido con vida de la septuagésima cuarta edición de los juegos de hambre, Katniss Everdeen y Peeta Mellark deben afrontar las consecuencias de sus acciones. A Katniss la acechan los vivos recuerdos de los pasados juegos, mientras que Peeta todavía lucha con sus sentimiento hacia Katniss y la incertidumbre que viene con la imposibilidad de descifrar lo que ella siente por él. Mientras tanto, ambos tendrán que continuar su romance ante las cámaras para complacer a un presidente alarmado por lo que las acciones de la pareja de vencedores puedan estimular en los otros distritos. Cuando el presidente Snow, personificado por Donald Sutherland, siente que pierde control sobre Katniss, decide que la nueva edición de los juego será una especial en la que competirán vencedores pasados.

Si de algo podrían beneficiarse las adaptaciones de “The Hunger Games”, sería de menos juegos y un poco más de esa revolución que nos han prometido a lo largo de dos largometrajes, pero hacerlo de esa manera y complacer a los que nos cuesta mirar a un grupo de jóvenes matarse unos a otros sería ignorar que se trata de adaptaciones que deben seguir un orden ya establecido por su autora Suzanne Collins. Pero no importa, porque lo que sucede justo antes y después de los juegos en Catching Fire resulta demasiado interesante y refrescante como para permitir que media hora de película arruinen la experiencia. Además, si algo me ha mantenido interesado en las próximas películas, es la promesa de que el levantamiento de los distritos está cerca, y más cuando solo quedan un libro y dos película por explorar. Se debe tomar en cuenta, antes de continuar leyendo, que reseño la película como amante del cine que desconoce el desenlace de esta historia, por lo que mi crítica será sobre la película y no sobre el proceso de adaptación.

A diferencia de muchas otras adaptaciones que pasan por nuestras salas de cine, esta serie ha logrado complacer – con sus dos largometrajes – tanto a seguidores de la historia como a amantes del cine. ¿Los responsables? En parte, un elenco talentoso con una química excelente, cuya calidad se acerca más al elenco de Harry Potter que al de la insustancial serie de vampiros “vegetarianos”. Jennifer Lawrence da vida a Katniss Everdeen y resulta imposible imaginar a otra actriz dar forma a uno de los personajes femeninos más complejos y completos de los últimos años. Lawrence trae de todo un poco a la mesa y crea un excelente balance entre el lado fuerte y la vulnerabilidad del personaje, mucho más evidente en la secuela, cuyo tono es un uno más serio aún cuando es menos violenta. En ocasiones hasta me parecía estar viendo un “spinoff” de Ree, su personaje en la excepcional Winter’s Bone y su primera nominación al Oscar. Josh Hutcherson, por su parte, suele caer muy seguido bajo la sombra de Lawrence, pero así lo requiere su personaje la mayor parte del tiempo. El triángulo entre Katniss, Peeta y Gale está muy presente en Catching Fire, pero resulta sorpresivamente genuino pues nos presenta las razones detrás del mismo. Esta vez no se trata de la incapacidad para decidir de una adolescente engreída, si no de lo que Katniss Everdeen está dispuesta a hacer para proteger a su familia.

La película dedica más de la primera mitad a la Gira de la Victoria, donde a través de sus visitas a los diferentes distritos, Katniss y Peeta son testigos del comienzo de un inevitable levantamiento contra el gobierno distópico al que han estado sometidos durante al menos 75 años. Es aquí donde Catching Fire se coloca por encima de su predecesora, pues nos adentra a esta sociedad que recién comienza a coquetear con una revolución, siendo estos dos vencedores – en especial Katniss – el símbolo de esperanza que necesitan los distritos para derribar la dictadura totalitaria del presidente Snow, interpretado de manera amenazante por el veterano Donald Sutherland. De no ser por este nuevo giro en la historia y la promesa de explotar su gran potencial en la primera parte de la conclusión de la serie, Catching Fire caería víctima de los clichés que caracterizan los famosos Juegos de Hambre, de los que espero hayamos visto lo último en esta segunda entrega. Menos juegos repetitivos y un poco más de esa rebelión es exactamente lo que le hace falta a la serie, y si de algo sirve la secuela es para ir armando una trama prometedora a desarrollarse en los últimos dos capítulos de la serie.

Exhibiéndose ahora en los cines de Puerto Rico, “The Hunger Games: Catching Fire” añade valor a la popular franquicia  y es una de las sorpresas más agradables de final de año.