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Por Orlando Maldonado (@omaldonado2)

Sepa que el director Michael Bay mentía cuando sugirió, durante tempranas etapas de preproducción, que la cuarta entrega en la franquicia de Transformers sería menos pomposa que las primeras tres, y que trabajaría un tono diferente, hasta más apaciguado. Tal vez se arrepintió en el proceso, pero Transformers: Age of Extinction no es solo igual de escandalosa que las anteriores, sino que las supera en todos los sentidos, y no hablo de cualidades positivas.

Con un elenco completamente renovado, Age of Extinction funciona como secuela de Dark of the Moon, pues hace mención de los eventos de la pasada trilogía para montar un escenario en el que tanto Autobots como Decepticons son perseguidos por el gobierno al ser considerados una amenaza para la humanidad. Por lo tanto, cualquier encuentro con un transformer debe ser reportado a las autoridades.

Aquí entra Cade Yeager (Mark Wahlberg), un mecánico viudo que pasa sus días en un granero inventando el artefacto tecnológico que pagará los estudios universitarios de su hija, Tessa (Nicola Peltz). El problema es que Cade lo ha inventando todo, y a la misma vez no han inventando nada, hasta que llega su boleto dorado: un Optimus Prime maltrecho que se refugiaba en un cine abandonado. La presencia de Prime en la casa de Yeager atrae a un despiadado agente de la CIA que hará lo necesario para capturar al transformer prófugo y entregarlo a Lockdown, un decepticon cazarrecompensas con una agenda propia.

Esta premisa por sí sola habría funcionado, pero la insistencia del director de añadir tramas secundarias por doquier es casi un reflejo de la necesidad que siente Bay de rellenar cada una de sus tomas con efectos especiales y ruidos ensordecedores. Si la imagen aún no es lo suficientemente clara, imagina a 3o personas dentro de un pequeño ascensor o una lata de salchichas.

Me atrevería a decir que Bay guardó todos sus cartuchos para Age of Extinction, un maratón de dos horas y cuarenta minutos que justo cuando debe terminar, traslada la acción a China, con el exclusivo propósito de vender la película en un mercado cada vez más importante para Hollywood. Explosión tras explosión, es bastante evidente que su estilo ya no impresiona, menos para él, que todavía insiste en utilizar el famoso tiro de 360 grados alrededor del héroe.

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Al menos ya no se nos obliga a pasar más de dos horas con el insoportable personaje de Shia LaBeouf y sus padres, pero el nuevo elenco no es necesariamente una actualización. La excepción es Stanley Tucci, cuya presencia en la película solo alimenta una interrogante que me perseguirá por siempre: ¿Qué hacen actores como Stanley Tucci, Frances McDormand (Dark of the Moon) y John Malkovich (Dark of the Moon) en este tipo de película? Afortunadamente, Tucci sabe que su misión es ser el comic relief y lo hace muy bien hasta ese momento en que ya todo apesta, pero eso es culpa de la duración de la película.

Si fuera a darle crédito al director, sería por la impresionante fotografía de lugares históricos del país oriental, y por la genialidad con que encuentra espacio en la historia para complacer al público chino con apariciones de algunos de los artistas más relevantes del momento. Sin embargo, no es de mi interés reseñar una película por sus estrategias de mercadeo. De ser así, directores como Michael Bay y Roland Emmerich serían dos de los cineastas más respetados del cine.

Transformers: Age of Extinction es innecesariamente larga y desesperante. Tanta acción debería ser balanceada con una historia interesante y un elenco cuyo propósito sea más que posar para las cámaras, pero eso no existe en una película de Michael Bay. No importa si ya nos tiene acostumbrados o si este tipo de película no requiere que utilices tu cerebro como muchos se atreven a sugerir. Ir al cine a disfrutar de un buen “blockbuster” no debe ser una experiencia experiencia desagradable, y casi tres horas de ruido, efectos especiales y sandeces no es exactamente lo que uno espera de una película de verano.

Habiendo dicho esto, Transformers: Age of Extinction es la película perfecta para el que haya disfrutado de las primeras tres y no le moleste una versión que eleva todo esa acción a la quinta potencia.