Las películas basadas en videojuegos tienen una larga y decepcionante historia en Hollywood, siendo famosas por sus clichés recurrentes, historias mal adaptadas y personajes superficiales. Desastres como Lara Croft: Tomb Raider y Silent Hill dejan a uno con muy poca esperanza para cualquier intento de romper la brecha entre el cine y los videojuegos. Hitman se enfrentaba a un reto aún mayor, ya que tenía que romper con la memoria de su predecesor del mismo nombre, que estrenó en el 2007.
La película tenía una propuesta ambiciosa y una trama con mucho potencial, pero el potencial solo no basta. Hitman: Agent 47 cuenta la historia de un hombre que ha sido genéticamente manipulado para convertirse en el asesino perfecto. Luego de décadas de esfuerzo e investigación, alcanzan crear un asesino que es incapaz de sentir remordimiento ni amor y posee fuerza, rapidez, resistencia e inteligencia que supera la capacidad de los humanos normales. Su nombre es “47” (Rupert Friend), tomado de los últimos dos dígitos del código de barras que tiene en el cuello. El fundador de este programa huyó y ha vivido escondido por décadas, pero ahora una mega-corporación lo está buscando con el fin de crear un ejército de súper-soldados basándose en lo que él ha creado. Le toca a 47 encontrar a Katia (Hannah Ware), la hija del fundador, y evitar que la mega-corporación obtenga los secretos detrás del Programa de Agentes a través de ella.
Desarrollándose principalmente en Berlín y Singapur, la película ofrece una escenografía impactante de unas de las metrópolis más importantes del mundo. Por un lado la ciudad histórica y antigua de Berlín, donde nos presentan los personajes, sus historias y sus pasados. Por el otro tenemos a Singapur, una de las ciudades más modernas del mundo en la cual vemos las escenas de acción más cargadas entre rascacielos y jardines internos, y donde se determina el futuro de nuestros protagonistas. Además de la escenografía, la música de Marco Beltrami (Turn, Snowpiercer, Scream) nunca falla en establecer el estado de ánimo de cada escena. Sin embargo, el diálogo deja mucho que desear. Las conversaciones entre personajes son breves, frívolas y dicen exactamente lo que uno espera que dirán cuando crees que lo van a decir. Esto se ve directamente ligado al hecho de que está basado en un videojuego, donde la narrativa es principalmente visual. Intentaron replicar ese estilo, pero simplemente resultó en interacciones superficiales que limitaron el desarrollo de los personajes.
Aún esto no impidió a Rupert Friend en presentar un Agent 47 que despachaba de sus enemigos con la precisión de un cirujano y el estilo de un artista. Basta con su mirada fría y penetrante para desarmar a cualquier oponente, pero un hombre no es un elenco y las presentaciones de los demás actores meramente rayan en la superficie de los personajes que estaban buscando interpretar. Lo que resalta de esta película sobre todo lo demás, y hasta cierto punto la rescata, son sus escenas de acción. Coreografiadas a la perfección, retoman elementos clásicos como el “car chase” y el “one man army” y lo utilizan al máximo, dándonos escenas de combate dinámicas e intensas.
Su escenografía y escenas de acción la hacen una película entretenida, pero la falta de diálogo y personajes superficiales considerablemente limitan el desarrollo de la historia. La película es impactante, pero no impresionante. Aun así, sirve para entretenerse unas cuantas horas entre los combates y las ciudades. En fin, las películas basadas en videojuegos todavía no se han ganado su espacio entre los géneros de Hollywood, pero Hitman definitivamente elevó el estándar para las que le seguirán.