Desde que tengo uso de razón, he sido fanática de las películas de terror y del suspenso. La única desventaja de esto es que, mientras van pasando los años, me cuesta más “asustarme” con este tipo de producciones. Alguien de quien me he convertido en fanática ha sido Mike Flanagan, esto gracias a su propuesta de The Haunting of Hill House y Midnight Mass; así que tan pronto me enteré que venía una nueva serie de él, sentí la urgencia de verla.
The Midnight Club es el nuevo proyecto de Flanagan en colaboración con Leah Fong. Adaptada de la novela de Christopher Pike, esta serie de Netflix contiene 10 capítulos y se remonta a los 90s, enfocada en unos jóvenes con enfermedades terminales. La serie tiene una idea inquietante, jóvenes adultos que se van a vivir a un hospicio con un solo camino por delante, la muerte. Este lugar les ofrece terapia, atención, un hogar donde no serán juzgados sino más bien entendidos, servicios de enfermería y mucho más.
Ilonka (Iman Benson) es una estudiante muy destacada y está a punto de comenzar un prometedor futuro en una universidad importante hasta que se topa con la noticia de que es paciente terminal de cáncer de tiroides. No obstante, esto no fue un alto para Ilonka y en su búsqueda de la cura se topa con una leyenda de Brightcliffe, una mansión donde se alega que una mujer con su misma enfermedad fue curada de manera misteriosa. Esta residencia ahora es un hospicio para jóvenes en etapa final de sus condiciones e Ilonka decide irse a pasar allí sus últimos momentos. La decisión de nuestra protagonista responde a la búsqueda de lo que salvó a la otra mujer.
Tristemente, con tan solo ver 20 minutos supe que en lo personal me iba a decepcionar. El tono, el ambiente, había algo que me incomodaba y me decía “this is not it.” Genuinamente no fui fan de esta serie y siento que pudieron jugar mejor con el tiempo y el desarrollo de las historias. Pero esto no quita el hecho de que no me gustara del todo ya que existían momentos buenos y utilizaban bien los “cliffhanger”.
Si nos vamos literal con el título The Midnight Club, podemos rescatar parte de la serie. A medida del paso de esta, cada personaje relata una historia en su club nocturno, donde solo eran ellos con el fin de entretenerse y de hacer algo sin la supervisión de nadie. No todas las historias fueron buenas, pero la mayoría sí y cada vez que comenzaba un relato, tenía mi plena atención. Adicional, los detalles que brindaban en las escenas me encantaban. Podías ver posters de Led Zeppelin, Evil Dead, Stephen King y entre otros.
En lo que fallaron fue en la mezcla de tantas historias secundarias. Querían incorporar lo sobrenatural, la religión, las enfermedades terminales, la sociedad, y un sin número de cosas más que no lograron correlacionarse o concluir. También, los sound effects arruinaban los jumpscares; ya que no estaban sincronizados del todo con la escena y varias veces se adelantaba destruyendo en sí el momento.
Algo que si me gusto es que nos presentan la perspectiva de un paciente terminal y de sus compañeros, familiares y seres queridos. Adicional a esto, el elenco brindó buenísimas actuaciones y lo apreciamos más a la hora de sus relatos nocturnos. Las actuaciones de estos jóvenes fueron muy buenas, pero de mis favoritas fue Ruth Codd interpretando a Anya.
Entre el mejunje que a veces había con lo sobrenatural, el no creer y la religión; sin abarcar mucho, la fe muchas veces prevalece. Aunque no fui fan de esta serie, si quieres ver lo que este club nocturno relata, The Midnight Club se encuentra ya disponible en Netflix.