Avatar: The Way of Water ya está disponible en cines.
Este año el cine parece finalizar sumergido en el agua, con pocos largometrajes que puedan competir con la secuela de la película más taquillera del mundo: Avatar. Y aunque propuestas muy grandes, y similares, como Black Panther: Wakanda Forever se han mantenido en el top de la taquilla doméstica, Avatar: The Way of Water sale a flote para consumir por varias semanas el “box office”.
Avatar: The Way of Water continúa años después de la primera parte, en un escenario ahora familiar, introduciendo a los hijos de Jake Sully (Sam Worthington) y Ney´tiri (Zoe Saldaña): tres biológicos y una niña adoptada (interpretada por Sigourney Weaver). A esta extensión familiar, los acompaña un hijo de crianza: Spider, un joven humano que se crió junto a los Na´Vi. Ahora, Sully lidera esta sociedad indigena y guerrera del planeta Pandora, pero por desgracia las “personas del cielo” regresan para continuar dominando y vengarse de la derrota que recibieron en el cortometraje anterior.
El director James Cameron, luego de 13 años, logró sobrepasar los aspectos tecnológicos que utilizó para su primera entrega: la tercera dimensión o lo que conocemos como “3-D”. Pero más bien, además de sumergirnos en unos visuales extraordinarios de un Pandora debajo del mar, el director superó sus largometrajes anteriores. Avatar The Way of Water es recopilar lo mejor del director, desde el suspenso de Terminator hasta la escena del trágico hundimiento del Titanic. ¡Todo lo que distingue al director está aquí! Cameron no se está superando con la intención de ser un holgazán y hacer una sencilla producción, porque para nada lo fue, sino que su progreso es para distinguir esta propuesta al lado de muchas cintas de acción de Hollywood.
Sin embargo, aún Cameron falla en la narrativa, aunque en esta ocasión está un poco mejor. La historia anterior es tan básica que apenas la recuerdo, sabiendo que recientemente repasé la entrega original. En su secuela, es un relato que es nutrido por los sentimientos de una relación familiar. Pero, su elaboración no deja de ser muy similar, y sencilla, a la primera entrega: El ser humano contra la naturaleza, el ser humano con la intención de conquistar lo que ya tiene dueño, y el típico camino del héroe. Esta simplicidad parece ser opacada por su inmensa épica audiovisual, que sin duda es asombrosa y entretiene en una sala de cine.
Además, la trama suele dividirse en múltiples orígenes de personajes muy inconclusos. La única razón que le veo a esta decisión es para crear más expectativas de lo que vendrá en una tercera entrega, ya confirmada. No obstante, no me quita el vacío que sentí cuando The Way of Water simplemente se olvidó de sus personajes para seguir extendiendo su presencia visual. Por ejemplo, el desarrollo Ney´tiri (Saldaña), un personaje bastante central en la entrega original, se ve alejada en comparación al resto de arcos que suceden en esta ambiciosa producción. Y no es la única narrativa que podemos olvidar en la ciencia ficción de James Cameron, sucede con sus nuevos personajes, en particular el personaje de Weaver que más bien tiene pinceladas de lo que puede ser su futuro en esta franquicia.
Nunca se puede retar a James Cameron; él sabe que quiere entregar una de las mejores experiencias cinematográficas del 2022. Lo mejor de estas tres horas con diez minutos es la última hora, llena de acción constante. Una satisfecha conclusión que mantiene al director a seguir siendo uno de los mejores. Aunque aún necesita elevar su narrativa e igualarla a sus habilidades técnicas, la experiencia de Avatar: The Way of Water es para ser vista en la pantalla más grande posible y en 3D. Por que vamos, ¿Quién no va querer refrescarse en esta grandiosa cinematografía?