Crítica: Fantastic Beasts and Where to Find Them

Si alguna película del 2016 hace honor a su título es “Fantastic Beasts and Where to Find Them”, el anticipado regreso al Mundo de Magia y Hechicería de la autora británica, J. K. Rowling. El primero de cinco nuevo capítulos dentro de este universo cinematográfico es un despliegue de criaturas mágicas, hechizos conjurados correctamente del primer intento y personajes que, a diferencia del niño mago durante los primeros capítulos de la saga que lo inició todo, despiden encanto de manera orgánica. En casi todos los aspectos, incluyendo la dirección de David Yates, esta primera entrada aventaja a sus predecesoras y exitosamente prepara lo que promete ser un largo pero emocionante camino del largo de cinco películas y 19 años de historia, según revelara recientemente su creadora.

El regreso al mundo mágico de Harry Potter nos coloca en Nueva York en el 1926, donde Newt Scamander, un autor y magizoólogo de Inglaterra y ex-estudiante de Hogwarts (el guión hace mención de su expulsión, pero no ofrece detalles), acaba de llegar en barco. Su llegada a la Gran Manzana, aunque no del todo clara de primera instancia, se debe a su amor por los animales fantásticos, valga la redundancia. Armado de un maletín con interiores infinitos como la bolsa de Hermione, un abrigo azul y una leve joroba, el ex Hufflepuff-iano y original favorito de Dumbledore se pasea por las calles de la ciudad, donde no tarda en descubrir que un ente misterioso aterroriza sus ocupadas calles.

FANTASTIC BEASTS AND WHERE TO FIND THEM

En medio de un encuentro con una comunidad magia-fóbica liderada por Mary Lou Barebone (Samantha Morton), algunas de las bestias salvajes de Newt escapan del maletín y el introvertido mago entabla una relación amistosa con Jacob Kowalski (Dan Fogler), un no-maj (término americano para “muggle”) con sueños de abrir una panadería en la ciudad. Con la ayuda de la ex-aurora Tina Goldstein (Katherine Waterston), Newt y Jacob embarcan en una aventura para atrapar a las criaturas antes de que puedan causar más caos del que ya existe, mientras el auror Percival Graves (Colin Farrell) lidera la búsqueda de la misteriosa entidad que ha activado la curiosidad de los no-maj.

En esta ocasión, la historia y el elenco están a la par con David Yates, quien dirigió las últimas cuatro películas de “Harry Potter”. Con excepción del último capítulo, indudablemente el más oscuro de todos, siempre fue inevitable ver cómo el director siempre andaba un paso por delante de su elenco, un trío de actores que pocas veces estuvieron al nivel que la historia y la dirección exigían. Ese fue uno de los más grandes compromisos de aquella saga, y es uno del que Yates y Rowling se zafan con “Fantastic Beasts and Where to Find Them”, para la cual han confeccionado un elenco de actores ya probados, liderados por el ganador del Oscar, Eddie Redmayne (The Danish Girl) y la próxima sensación de Hollywood, Katherine Waterston (Inherent Vice). Dan Fogler, anteriormente conocido sólo por comedias irreverentes como “Balls of Fury” y “Fanboys”, se destaca como una de las grandes sorpresas de la película. En el olvido quedan los días en que el trío de adolescentes se hacía deslucir al tratar de vender una escena romántica o una secuencia en la que se apostaban la vida.

El elenco no es lo único que ha madurado para esta nueva saga. Desde la primera escena, un encuentro entre aurores y el oscuro y peligroso mago, Gellert Grindelwald, queda claro que en estas nuevas películas no habrá espacio para un clímax en el que los protagonistas deben sobrevivir un mortal juego de ajedrez. Rowling evita los juegos de niños y prepara a su audiencia para una compleja relación entre Grindelwald y su viejo amigo, Albus Dumbledore, donde las tendencias homoeróticas de este último se supone estén mejor representadas que en su relación con Harry.

FANTASTIC BEASTS AND WHERE TO FIND THEM

“Fantastic Beasts and Where to Find Them” marca la primera vez que Rowling escribe un guión cinematográfico, lo cual queda evidenciado en algunos de los elementos más pertinentes al lenguaje y posturas liberales que la autora ha adoptado tras finalizada la serie literaria de Harry Potter. Rowling no pierde tiempo en atacar algunas de las leyes más retrógradas de esta ficticia década de los veinte, una irónicamente cercana a la supuesta era incluyente en que vivimos. En el 1926, magos y brujas son forzados a vivir alejados de la sociedad y existen leyes que prohíben la unión matrimonial entre mago y no-maj. No hay que mirar más allá de lo que está escrito en el guión y las imágenes plasmadas en la pantalla grande para identificar los paralelos entre este tipo de discriminación y la que otros sectores marginados experimentan en la actualidad, sin excluir ciudades con alto volumen de diversidad como Nueva York. En este y otros aspectos de carácter social, la nueva película resuena mejor con la actualidad que sus predecesoras.

En cuanto al aspecto técnico, la creación o recreación del mundo mágico nunca había sido así de impresionante en los 15 años de historia de esta franquicia. Cuando es necesario, las criaturas mágicas toman control de la película, demostrando por qué “El Prisionero de Azkaban” y su hipogrifo siguen siendo favoritos entre los “potterheads”. El “obscurus”, nuevo para la saga cinematográfica, resalta como el más poderoso de todos, no sólo por su aspecto físico abstracto y poder destructivo, pero más importante aún, por lo que representa dentro de una comunidad oprimida.