Crítica de Guardians of the Galaxy Vol. 2

El Universo Cinemático de Marvel atraviesa su mejor momento en casi diez años, y su más reciente propuesta, Guardians of the Galaxy Vol 2, fortalece una fundación que no tropieza desde Thor: The Dark World, y que no parece vaya a hacerlo en mucho tiempo. La secuela del éxito improbable del 2014 del director y guionista, James Gunn, mantiene frescos los elementos que cautivaron a la audiencia general hace tres años, entre ellos una excelente selección de clásicos de la música, mientras fortalece algunos de sus puntos más débiles para crear una secuela ligeramente superior a su predecesora.

Más impresionante aún, es que por segunda ocasión Gunn ha creado una historia contenida que funciona por sí sola. La secuela no necesariamente abre camino para una futura colaboración entre los estos personajes y los Avengers, aún cuando sabemos que esta inevitable tendrá lugar en Avengers: Infinity War. Por supuesto, en una película del MCU no pueden faltar las referencias o “easter eggs”, pero Guardians of the Galaxy Vol. 2 es un monstruo completamente diferente al resto del universo cinemático de Marvel, y uno que claramente no necesita la ayuda de Tony Stark. La clave está en Gunn, quien ha asumido las riendas de esta franquicia cósmica y es la única figura que tiene control sobre el guión. Kevin Feige, quien supervisa las entradas con ojo de águila, ha colocado en Gunn plena confianza en sus historias y personajes, y el resultado es otra victoria para la marca.

Apenas seis meses después de los eventos de la primera película, los Guardianes de la Galaxia aún luchan con su habilidad para meterse en problemas. Tras una corta pero exitosa misión para Los Soberanos, una comunidad de seres perfectos que evitan la confrontación, el colorido grupo de héroes vuelve al espacio en busca de su próxima misión. Sin embargo, la misión llega a ellos en forma de una  flota de naves remotamente controladas que buscan recuperar unas poderosas baterías en posesión de Rocket, cuyas malas costumbres comienzan a afectar al grupo. En medio de la batalla, el grupo recibe una asistencia de un ser misterioso, a quienes siguen hasta el próximo planeta habitable.  Ahí conocen a Ego, el Planeta Viviente (Kurt Russell), curiosamente también el padre de Peter Quill/Star-Lord (Chris Pratt).guardians_web5Ego, de primera instancia un padre adolorido con buenas intenciones, representa al padre ausente que intenta ganarse el afecto de su hijo. En este caso, el afecto se traduce a una colaboración cósmica. Star-Lord, al igual que su padre, tiene habilidades celestes que le conceden poderes más grandes de lo que el aficionado de la música podría imaginar. Con una importante decisión en el núcleo de la historia, salen a flote sentimientos ocultos de Peter y Gamora, quienes también luchan con la idea de actuar sobre lo que sienten el uno por el otro.

Guardians of the Galaxy Vol. 2 confronta problemas durante su primer acto, en el que impera el humor y la extraña decisión de separar al grupo a la Empire Strikes Back. Las similitudes con la aclamada secuela de Star Wars no se limitan a esta decisión, pues ambas películas exploran una compleja relación de padre e hijo con una resolución inesperada. El humor, rápidamente se convierte en un arma de doble filo. Por un largo período de tiempo, los chistes se convierten en la orden del día y atrás queda la trama y la excelente química entre los principales. 

Separados, comienza a ser evidente que Star-Lord y Gamora (Zoe Saldana) por sí solos pueden ser difíciles de tragar, a la vez que la pareja de Rocket (Bradley Cooper) y Baby Groot (Vin Diesel) pierde parte de su encanto después de un tiempo solos. Es gracias al alivio cómico de Drax (un excelente Dave Bautista) y su relación con Mantis (Pom Klementieff) que la película sobrevive una primera mitad poco especial, pero nunca aburrida.guardians_web17La segunda mitad, sin embargo, está entre lo mejor y más emocionante que ha salido del Universo Cinemático de Marvel. En su tercer acto, la película comienza a revelar secretos sobre las verdaderas intenciones de Ego con Peter, mientras que Yondu (Michael Rooker) inicia una transición ejecutada impecablemente y que culmina con la secuencia más emotiva en la historia del MCU. Rooker, quien retoma el rol de la figura paterna de Peter, trabaja en niveles que le podrían conseguir al MCU y al actor su primera nominación al Oscar en categorías de actuación.

La secuela también supera el problema de villanos que ha predominado en el MCU, presentando la primera real amenaza para el grupo fuera de Thanos (Josh Brolin). El titán, sin embargo, no aparece en la secuela. Su presencia habría sido demasiado para una película que intenta otorgarle un arco a cada uno de los héroes, con excepción de Baby Groot, cuyo tamaño no le impide aportar a la segunda salvación de la galaxia en la historia de este diverso y divertido grupo.