Crítica de The LEGO Batman Movie

La ultra subestimada “The LEGO Movie” es  una de esas pocas películas animadas ingeniosamente confeccionadas tanto para niños como para adultos. La brillante propuesta de los directores Phil Lord y Chris Miller es una rareza con todos los ingredientes para convertirse en una enorme franquicia. Por tal razón, la llegada del primer spin-off viene fortalecido con la marca más poderosa del estudio Warner Bros., el vigilante de Ciudad Gótica, Batman. THE LEGO BATMAN MOVIE, dirigida en esta ocasión por Chris McKay, mantiene gran parte de la diversión, el humor meta, la impresionante animación y las referencias a la cultura popular que funcionaron en la primera película, pero no con la misma la consistencia.

“The LEGO Batman Movie” sigue las aventuras de Batman, interpretado vocalmente una vez más por Will Arnett (Arrested Development), quién se robó el show en la primera película. Al igual que en los cómics y la mayoría de las películas, aquí el murciélago de Gótica prefiere trabajar en solitario. Como el playboy multimillonario, Bruce Wayne, es al misma historia. Tras enfrentar a su archienemigo, el Guasón (Zach Galifianakis), y un conglomerado de villanos icónicos de la marca en una impresionante secuencia inicial, el dueño de Wayne Enterprises llega a su enorme mansión a través de la baticueva, donde no hay espacio para su enorme ego, mucho menos para cualquier tipo de relación. Su única compañía, el mayordomo Alfred Pennyworth (Ralph Fiennes), constantemente lo intenta persuadir de continuar una vida en solitario. Cuando el joven Dick Grayson AKA Robin llega a su vida, el paladín enmascarado deberá asumir una nueva responsabilidad mientras intenta salvar a la ciudad del más reciente siniestro plan del Guasón y sus secuaces.

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La película, cuyo guión fue un trabajo en conjunto entre cuatro talentos, mantiene un humor autorreferencial que pocos guionistas han afinado con éxito. Los momentos más graciosos de la película llega a costillas del vasto historial del personaje en la cultura popular, desde la televisión hasta el cine. “Vamos a golpearlos tan duro, que palabras describiendo el impacto se materializarán espontáneamente”, le informa Batman a Robin, interpretado por Michael Cera, antes de un enfrentamiento en el tercer acto. El comentario y la acción que le sigue es una referencia directa a los cómics y la serie de los sesenta con Adam West y Burt Ward. Es este tipo de humor meta, extraído directamente de la primera película y reforzado recientemente con “Deadpool”, lo que eleva la película al nivel de algunas de las interpretaciones más decentes del superhéroe de DC Cómics en el cine. Es un chiste en sí mismo el hecho de que esta franquicia animada haya tomado forma dentro del mismo estudio en el que nació en DCEU, cuyas películas han forcejeado con los conceptos más básicos y fundamentales de estos personajes.

Durante los primeros dos actos de la película, “The LEGO Batman Movie” explora temas como la soledad y responsabilidades paternales con un toque de humor perfecto, pocas veces exagerado y nunca simplificado. Sin embargo, el mensaje sutil se convierte en propaganda cuando los personajes secundarios lo comienzan a vociferar, como hablándole a la audiencia. Esta es una de las fallas que llegan cuando sus chistes adquieren horizontalidad, más lamentable cuando se considera el acelerado ritmo y profundidad que sostienen el primer acto.

La animación, al igual que con su predecesora, es un elemento digno de explorar por sí solo. Para quien creció jugando con piezas de LEGO®, la atención al detalle es un ejercicio tan emocionante como seguir la historia. Como parte del elemento meta, la película trabaja con las propiedades de los LEGO y las introduce a la historia con la misma genialidad que la primera película, sea para causar risas o para aportar a la resolución de un conflicto personal entre Batman y El Guasón que nunca se había explorado en el cine y que se presta para algunos de los momentos más memorables de la película.