Crítica de LOGAN con Hugh Jackman

“Logan”, la más reciente película del mutante Wolverine, contiene una de las escenas más emotivas en la franquicia de los X-Men. Increíblemente, también es la más violenta de todas las entradas, lo cual solo habla maravillas del balance que el director James Mangold logra en su segundo intento llevar al héroe de Marvel a la pantalla grande. Su primera propuesta, titulada “The Wolverine” , fue recibida con opiniones divididas por parte de la crítica y los fanáticos. Con “Logan”, Mangold despide al más volátil, testarudo y querido de los estudiantes del Profesor Charles Xavier con una elegía violenta que tendrá a los fanáticos del personaje en éxtasis durante dos horas y quince minutos.

En el 2029, año en que se desarrolla la película, los mutantes están extintos. Todos han desaparecido, con la excepción de Logan, quien ha vuelto a usar su nombre de pila, James Howlett; un profesor Charles Xavier que sufre de demencia; y Caliban, un mutante albino que trabajó como rastreador durante la caza de mutantes. Este último, interpretado por el comediante Stephen Merchant, ahora sirve a Logan y el Profesor X tras un cambio de parecer. Logan, cuya habilidad de regenerarse ha desaparecido casi por completo, ahora se desempeña como chofer de limusinas. En un día normal de trabajo -enfrentamiento sangriento con criminales incluido- su camino se cruza con el de Laura, una niña con quien comparte set de habilidades y a quien accede a llevar a la frontera en Dakota del Norte, donde se encontrará con más personas como ella. Para lograrlo, tendrán que evitar al vil Donald Pierce (Boyd Holbrook), cuya única misión es recuperar a Laura, aunque le cueste otra extremidad de su cuerpo.

La nueva película de Wolverine -la última con Hugh Jackman, asegura el actor australiano- es una de las más violentas propuestas de superhéroes que haya llegado al cine, superando propuestas como “Watchmen” e incluso la reciente “Deadpool”. El bebé de Ryan Reynolds y Tim Miller sentó las bases para que los estudios tomaran el riesgo de producir película de superhéroes para adultos. “Logan”, cuyo estreno mundial se celebró en el prestigioso Festival de Cine de Berlín, aprovecha al máximo una posición que hace diez años ningún estudio se habría imaginado estarían ocupando hoy. La violencia de “Logan”, aunque abundante, pocas veces es forzada o gratuita. Por años, los fanáticos -conscientes de la naturaleza violenta del personaje- han pedido a gritos una interpretación que le hiciera justicia, y 17 años después de su debut en el cine, finalmente ha llegado.

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Uno de los aspectos más interesantes del personaje, y uno que James Mangold ha reconocido, es que el más grande de sus villanos es el mismo Wolverine. De hecho, Mangold está tan consciente de esto que en la segunda parte de la película lo lleva de la metáfora a la realidad en una innecesaria, aunque a veces poética, trama secundaria que lo pone cara a cara con una fuerza tan imparable como él en sus mejores años. Naturalmente, el principal enemigo de Wolverine en la película pasa a un segundo plano, añadiendo a “Logan” a la creciente lista de películas de Marvel con debilidades en el departamento de villanos.

Tan rápido como se cae, el filme se levanta gracias al aspecto humano que Mangold ha trabajado en estos personajes, a los que el tiempo no ha tratado con piedad alguna. Aunque casi fuera de este mundo, víctima de sus propias habilidades extraordinarias, el profesor Charles Xavier sigue siendo el mentor de Logan y su figura paternal, si alguna vez tuvo una. Su presencia en esta final aventura es lo que mantiene a Logan al margen, si esa es tan siquiera una palabra que existe en su diccionario.

Laura, conocida en este universo como X-23, es un arma letal de pocas palabras, en este caso limitadas a español y un inglés masticado. Haberla hecho una niña latina refuerza una de las más importantes y recurrentes ideas de inclusión que ha trabajado la franquicia desde sus inicios. Como una copia de cuatro pies de Wolverine, la primeriza Dafne Keen se pasea entre eminencias del cine con la confianza que caracteriza a grandes estrellas de Hollywood.

Si en algo falla la película, es en ser un producto completamente diferente a lo que la publicidad en blanco y negro y música de Johnny Cash había prometido. Tal vez no sea un filme digno del reconocimiento de la Academia u otros gremios del cine, pero lo que James Mangold le ha obsequiado a los fanáticos de Wolverine no es nada menos que la mejor película del superhéroe y tal vez -sujeto a una revisita- la mejor entrega de los X-Men desde “X-2”. Más allá de todo esto, “Logan” es una digna despedida a un personaje que por siempre quedará grabado en la historia del cine, y al actor que lo inmortalizó.