Partiendo de que The Dark Tower es un filme con poco respeto hacia el esfuerzo de hacer cine, optaré por expresar en primera persona -la perspectiva más íntima y personal- mis sentimientos hacia estos 95 minutos de sandeces que ni una decena de libros podría justificar.
Pocas películas hacen tan poco sentido como The Dark Tower, a quien muchas veces me vi tentado a preguntar -casi otorgándole personalidad propia- cómo se le había perdido el mes de enero. No eres una película de verano, The Dark Tower. Tus efectos visuales no me engañan. Tampoco perteneces en el área gris de agosto, donde no se sabe bien dónde terminan los filmes veraniegos y dónde comienzan los filmes de Oscar. Tu destino era vivir o morir en las oscuras aguas de enero, donde llegan a descomponerse todos esos títulos en los que estudios nunca tuvieron un grano de fe. Así estaba escrito, pero, ¿cómo has llegado aquí?
La existencia de La Torre, descubrirán los que presten la más mínima atención, nunca es explorada. Mucho menos, la razón de ser de Los Pistoleros. Aún más postergadas han quedado las motivaciones del antagonista, tan unidimensional y aburrido como se puede apreciar en los avances de la película. ¡¿Por qué niños?! Exclamaría en la audiencia el que lleve consigo ese día su sentido común y descubra, junto al resto de la audiencia en inquietud, que para destruir La Torre hace falta la mente poderosa de un niño excepcional. Jake, un joven poco especial a juzgar por los atributos que le concede el guion, representa el fin de la búsqueda de este joven especial.
Al igual que en mi descripción de la trama, The Dark Tower presenta muy poca energía, incluso en sus secuencia de acción. Para los enfrentamientos entre Roland y Walter, lo que habría pensado era parte esencial de la historia, el guion favorece el intercambio de “one liners” por encima de un clásico desafío de habilidades entre el mejor pistolero del universo y un hechicero demoníaco. Las secuencias de acción se escriben solas, pero la película nunca utilizar estas herramientas a su favor hasta el tercer y último acto.
En su corta duración, existe evidencia suficiente para argumentar que esta película es exactamente lo que se pensó: una continuación de los libros. Es el primer DLC (Contenido de Descarga) en la historia del cine, pero carece de la ambición y escala de la fuente que intenta complementar. Se trata de una extensión más de una marca establecida a la que no le interesa otra cosa más que complacer a sus seguidores con una dolorosa pero rápida aventura a través de los más simplificados elementos que resaltan de los libros, la serie más popular del autor estadounidense.