Escribir una historia, sea para el cine, la literatura, la televisión o hasta una reseña escrita, siempre va a tener el reto de intentar ser diferente a otras obras. Aunque, siempre existe la posibilidad de ser una adaptación de otra fuente, lo que puede ocasionar no tener “originalidad” si quien lo adapta no le otorga un giro personal o distinto.
Mothering Sunday, disponible en Fine Arts, es un filme que intenta presentar una manera diferente de contar una historia que intenta ser memorable. Sin embargo, el montaje de esta no garantiza lo mismo. La ejecución no le hace justicia a cada integrante del elenco, que dan lo mejor en su poco tiempo en pantalla, donde el protagonismo de la cinta cae en la cinematografía y la banda sonora bien logradas.
Basada en el libro del mismo título, por Graham Smith, Mothering Sunday narra la vida de la sirvienta, Jane Fairchil (Odessa Young), del matrimonio Niven (Olivia Colman y Colin Firth), quienes perdieron sus hijos en la guerra. Fairchill tiene un amorío con Paul Sheringtan (Josh O’Connor), el hijo de los vecinos, quien está comprometido con Emma Hobday (Caroline Karker). No obstante, por celebración del “Mothering Sunday”, los Niven le otorgan el día libre a Fairchil, quién decide ir por primera vez al dormitorio de Paul. Es ahí donde la pareja se entregará en su pasión clandestina sabiendo que la aventura llegará a su fin y que será su último día como amantes.
Empecemos por lo positivo, la fotografía representa la hermosura que sienten los amantes. Incluso, libremente ambos actores se sienten confiados, sin ropa, frente a la cámara mientras establecen una conversación extensa. Varias tomas son puestas como una pintura en un museo que representa lo sensual, pero lleno de amor, en dos seres humanos. La dirección de Eva Husson, junto al cinematógrafo Jamie Ramsoy, también abusa del uso de los planos detalles con el hecho de querer representar un acercamiento al amor entre Fairchil y Shringtan. Vemos enfocados sus labios y, en otras ocasiones, las manos de la protagonista de manera llamativa. La cinematografía se expande más allá de la pareja de amantes, sino que también representa constantemente un domingo soleado alrededor de los paisajes ingleses en un “Mothering Sunday”, que es similar a la celebración del Día de las Madres.
Por otro lado, la banda sonora, compuesta por Morgan Kibby, sigue el mismo objetivo de la cinematografía en exponer la ilusión de la protagonista en creer que el amor que está experimentando es para toda la vida. La composición musical brilla más en el momento del clímax, donde la pieza musical es bastante extensa, mientras Young interactúa con el hogar vacío de su amante.
Sin embargo, la película pudo ser narrada solamente en la habitación de los amantes, con las tomas hermosas y el fondo musical de acompañante. La historia trata de ser “única” con su composición narrativa, pero la propuesta del primer y segundo acto no le hace justicia al final. Un tercer acto que debió ser un recuerdo y no un olvido. La historia, el desenlace y la intención de utilizar una tragedia para otorgar un beneficio a la protagonista no están bien ejecutadas.
Aprecio el esfuerzo de todos los que componen este filme, pero lo único que me llevo es la historia de unos amantes en una habitación en la que entra el sol desde una ventana. El resto del desarrollo intenta no caer en un filme típico de amor, pero en este caso era mejor que utilizaran lo tradicional que la libertad de componer otro estilo narrativo.