Joaquin Phoenix carga todo el peso de “Joker”, una película que trasciende la página del cómic y provocará todo tipo de reacciones.
Cuando Christopher Nolan, director de “The Dark Knight”, le obsequió a los fans de los cómics su trilogía de Batman hace más de una década, nunca pensó que ocasionaría una serie de eventos que, 11 años después de su obra maestra, abrirían paso a una cinta de origen de Joker, el archienemigo del vigilante de Ciudad Gótica. Pero el año es 2019 -también conocido como la cima la era de la cancelación- y el director Todd Phillips (The Hangover) ha convencido a un estudio de que su versión de este icónico y en gran parte impredecible villano es una singular, pero sobre todo, una necesaria de contar.
En gran parte, Phillips triunfa en plasmar su peculiar visión del payaso de Ciudad Gótica, en lo que es probablemente su mejor película hasta ahora. Para él, Joker es Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un hombre emocionalmente perturbado cuyo propósito en esta vida, según su madre (Frances Conroy de Six Feet Under) es hacer brindar alegría al mundo. Por eso Arthur, quién trabaja para una compañía que le renta payasos a negocios, quiere convertirse en un comediante famoso. En su libreta de apuntes, Arthur lleva una mezcla de “one liners”, pensamientos oscuros y la ocasional foto de una mujer desnuda que arrancó de alguna revista para adultos.
Pero Arthur, como muchos de los villanos que nos presentan en los diferentes medios, es producto de una ciudad que históricamente ha rechazado personas como él. “La peor parte de vivir con una enfermedad mental es que el mundo espera que actúes como si no la tuvieras”, lee una de sus anotaciones, y uno de los primeros indicios de un futuro y rápido descenso a la locura por parte de nuestro protagonista, quien ni siquiera puede trabajar como promotor en las afueras de una tienda sin ser asaltado y golpeado por delincuentes. Gótica, para Phillips, es similar a la que hemos conocido de siempre. La criminalidad rampante es la orden del día y reportes de una invasión de “super ratas” son la noticia más comentada en las calles junto a la candidatura de Thomas Wayne para alcalde de Gótica.
Joker, en esta historia, es la creación de una ciudad que no siente compasión, y cuyos ciudadanos empobrecidos esperan por una señal en el cielo para tomar las calles y exigir un mejor gobierno. Esa señal llega en forma de un payaso que no le teme a halar el gatillo para llevar un mensaje. Es el completo opuesto a Batman; una figura nihilista con una risa incontrolable (literalmente) que encuentra un propósito por primera vez en su vida. Pero, ¿qué sucede si en esta ecuación aún no existe un vigilante que le haga frente al villano?
Con la ausencia de Batman, no hay una justificación para la existencia de una figura como el Joker, quien siempre se ha dedicado a resaltar, mediante caos, las habilidades y debilidades de Batman. En su historia, ha sido Joker quien siempre lleve al murciélago al borde del límite. Sin Batman u otro compás moral como Jim Gordon, una figura como el Joker se ve reducida a un problemático intento de justificar el comportamiento criminal de una persona que ha perdido la cabeza por completo. Sin Batman, nos queda un hombre blanco en busca de vengarse del anfitrión (Robert De Niro) de un programa que se burló de él en algún momento, del adolescente que le dio una paliza por divertirse o de la mujer que en algún momento rechazó su acercamientos románticos. Esa versión del Joker sería una muy problemática para el 2019, donde las calles de las ciudades de los Estados Unidos tiene un problema más delicado que uno de ratas gigantes.
Ante la carencia de esa figura de oposición a la violencia, ¿quién va a evitar que este Joker sirva de inspiración a mentes igual de frágiles? Se podría argumentar que existe una separación entre el arte y la vida real, sin embargo, ¿qué propósito tiene la existencia del nihilismo por sí solo, si no es negar la existencia de una entidad positiva? Estas son las preguntas que Phillips, en su búsqueda del más repudiable de todos los villanos en el cine, olvida contestar, a su vez comprobando que sin Batman, no hay Joker.
Con una propuesta problemática, surge Joaquin Phoenix como el mayor elemento redimible de esta película. Como el actor trascendental que siempre ha sido, Phoenix acoge todas y cada una de las características aterradoras de este Joker, perdiéndose por completo en una versión del villano que cambia las risas por el terror. “¿Qué es tan gracioso?” se convierte en el “¿Por qué tan serio?” de esta nueva versión del Joker, una que sin duda provocará todo tipo de reacciones. Justamente el tipo de caos del cual Joker estaría orgulloso.
“Joker” se presentó en el Festival Internacional de Cine de Toronto y llegará a los cines de Puerto Rico el 3 de octubre.