Crítica: Mission – Impossible Rogue Nation con Tom Cruise

Por Orlando Maldonado

Antes de que el actor Daniel Craig re-introdujera el agente humano y vulnerable al cine, el personaje de Ethan Hunt ya llevaba al menos una década cambiando la manera en que veíamos al héroe de la historia. Lejos de ser indestructible, pero con la misma osadía que su contraparte, Hunt nos ha enseñado que la persona más habilidosa puede tener las mismas debilidades que cualquier otra.  Esto, entre otras cosas, es lo que hacen de la franquicia de “Misión Imposible” una tan accesible al público general y capaz de superarse a sí misma con cada nueva propuesta. “Rogue Nation”, la quinta y más reciente adición a una serie que inició hace casi 20 años, no solo supera a su antecesora (gesta que parecía imposible), si no que muy bien podría ser la mejor hasta ahora.

Tom Cruise vuelve a la carga como el agente de la IMF (Impossible Mission Force) Ethan Hunt, esta vez en busca de eliminar a una agencia secreta conocida como El Sindicato antes de que sus componentes acaben con él y el resto de su equipo. En la cabeza de la organización está Solomon Lane (Sean Harris), un hombre atado a un sinnúmero de tragedias alrededor del mundo. Para dar pie con este villano escurridizo, Hunt decide trabajar junto a Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), una agente británica que ha sido desautorizada por su agencia. Mientras tanto, el director de la CIA, Alan Hunley (Alec Baldwin), mueve cielo y tierra para dar con el paradero de Hunt y absorber por completo a la IMF.

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No importa cuál sea tu opinión de Tom Cruise o cuántos documentales sobre la Cienciología hayas visto en tu vida, no se puede negar que no existe otra estrella de acción como él. Además de filmar sus escenas de acción sin la necesidad de un doble (poniendo fin al mito de que Jackie Chan era el único actor que lo hacía), Cruise sabe exactamente cuáles son los ingredientes que resultan en una película de acción que de no ser por la excelente Mad Max: Fury Road, habría terminado el año con el título de la mejor película de acción del 2015.

Sí, el agente Ethan Hunt siempre ha vencido obstáculos en los que cualquier otra persona habría encontrado la muerte, pero nunca sin dejarnos claro que este personaje, a diferencia de los superhéroes que dominan los veranos año tras año, está compuesto de carne, hueso y sentimiento, entre otras cosas. Muchos cineastas caen en el pecado de inmortalizar a sus protagonistas, eliminando la posibilidad de crear un enlace entre el público y el personaje. Cuando el enlace no existe, la acción y momentos de suspenso entre este personaje y el antagonista llegan vacíos, pues no hemos logrado identificarnos con el personaje al que se supone queramos ver triunfar al final.

El director y guionista de la película,  Christopher McQuarrie (Jack Reacher), coloca a Hunt en la posición más incómoda en la que ha estado en casi dos décadas. Por primera vez, Ethan Hunt no está en control y esto lo hace vulnerable ante un antagonista que siempre está un paso por delante. Sean Harris personifica al villano Solomon Lane con la finura suficiente para darte mala vibra de escucharlo y pesadillas de tan sólo mirarlo. A diferencia de un típico villano que vocifera cuán malo es, Lane lo demuestra mientras su intrincado y muy bien calculado plan es ejecutado a la perfección.

Una de sus piezas claves es la doble agente Ilsa Faust, personificada por la actriz y cantante británica Rebecca Ferguson (Hercules) en un rol femenino que rompe con todos los clichés del personaje femenino en cine de espías, una de las fallas de las que todavía sufre la franquicia James Bond, donde se han visto reducidas al título de Chica Bond hasta la reciente re-introducción de Miss Moneypenny. La agente Faust no es la doncella en aprietos que Ethan Hunt debe proteger, mucho menos su trofeo. McQuirre inteligentemente evita el romance forzado entre ambos protagonistas, lo cual le habría restado profundidad a un personaje femenino más complejo que la usual chica sexy que vemos en películas de acción (véase Transformers). Su lealtad nunca deja de ser un misterio, pues Ilsa también tiene una misión personal que completar: ser reincorporada en la agencia que la destituyó.

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Al igual que las anteriores, “Rogue Nation” funciona mejor cuando sustituye la seriedad con el humor de un excelente elenco secundario, encabezado por el comiquísimo Simon Pegg (Shaun of the Dead), cuyo talento está siendo reconocido finalmente en este lado del planeta. Ving Rhames, actor regular de la franquicia, vuelve a ser efectivo como una tercera parte del “comic relief”, tarea que ahora debe compartir con Pegg y Jeremy Renner.

Pero aquí la verdadera estrella es Cruise, quien sigue demostrando ser un digno merecedor del apoyo de su audiencia, no tan sólo cuando cuando su personaje sobrevive increíbles hazañas en medio de escenas de acción emocionantes, sino también  -e incluso más importante- cuando demuestra que hace todo esto con el fin de entretener y que cada una de sus películas valgan el precio de admisión.