TIFF: Crítica de The Shape of Water de Guillermo del Toro

Un romance inusual pero sorprendentemente relevante se desarrolla en The Shape of Water, la más reciente propuesta del aclamado director y guionista, Guillermo del Toro (Pacific Rim).

El cine con cualidades eternas es cada vez más difícil de encontrar. Más raro aún que la criatura mitad pez, mitad hombre de la que Sally Hawkins (Happy-Go-Lucky) se enamora en The Shape of Water, el filme más accesible de la carrera de Guillermo del Toro, y uno que logra exactamente eso: sentirse como una propuesta inmortal, incapaz de envejecer con el pasar del tiempo. La ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia es un cuento de hadas y símbolo de esperanza para los marginados y extranjeros en todas partes del mundo. También es el trabajo más completo del director mexicano desde El Laberinto del Fauno.

The Shape of Water se desarrolla en la década de los sesenta en los Estados Unidos con la Guerra Fría como trasfondo. Una excepcional Sally Hawkins interpreta a Elisa, una mujer muda y solitaria que se desempeña como empleada de mantenimiento en un laboratorio de alta seguridad del gobierno. Allí, Elisa y su compañera, Zelda (la ganadora del Oscar, Octavia Spencer) descubren un experimento secreto que cambiará sus vidas para siempre. La criatura, conocida como “The Asset”, pasa las horas en un contenedor lleno de agua, donde recibe inoportunas visitas de Strickland (Michael Shannon), encargado del anfibio que ha desarrollado un fuerte desprecio hacia la criatura, la cual golpea y electrocuta constantemente como demostración de su posición de poder en la facilidad.

Elisa, sin embargo, es quien primero identifica a una criatura vulnerable, marginada e igual de solitaria que ella, una mujer en sus cuarenta que comparte un apartamento con Giles, un artista gráfico y hombre homosexual interpretado con dulzura y naturalidad por Richard Jenkins (The Visitor). Paulatinamente, nace una tierna amistad entre la conserje y la criatura, una altamente inteligente que poco tarda en adoptar el lenguaje de señas para comunicarse con el alma bondadosa que con cada oportunidad le regala una visita y un aperitivo de huevos hervidos; sus favoritos. Ahora, cada paliza recibida es un poco más soportable para la criatura, interpretada con la maestría del estadounidense, Doug Jones, quien interpretó a un personaje similar en físico en las dos película de Hellboy de del Toro.

Por primera vez en su vida, Elisa ha encontrado a alguien con quien no solo se puede identificar, pero más importante aún, alguien capaz de verla por quién realmente es, trascendiendo cualquier tipo de incapacidad física y barrera social. Lo que a continuación se desarrolla, es uno de los más inusuales pero creíbles romances desde que Joaquin Phoenix se enamoró de un sistema operativo en Her, del director y guionista Spike Jonze. Al igual que Jonze con su romance de los tiempos tecnológicos, del Toro logra que, a pesar de desarrollarse en un lugar en el tiempo en específico, la historia de The Shape of Water adquiera cualidades atemporales al explorar una serie de temas universales.

Como Elisa, Sally Hawkins (nominada al Oscar por Blue Jasmine) plasma magistralmente la evolución de una mujer introvertida, cuya nueva relación comienza a despojarle de sus inhibiciones. En el trabajo, Elisa ahora posee la fuerza y motivación para hacerle frente a Strickland, personaje que representa el villano de la historia. En un cuento de hadas, se trataría de la madrastra malvada o del cazador arrogante y machista con una fijación en la protagonista.

Al tratarse de un filme de un visionario cineasta como del Toro (Crimson Peak), se pueden identificar a simple vista algunas de sus sensibilidades, como el extraordinario diseño de producción y secuencias que desafían las leyes de la física, como un cuarto de baño que se inunda de agua hasta el techo, permitiéndole a los protagonistas nadar desnudos dentro de él. Pero este tipo de  imágenes cumplen con su propósito: adelantar la historia, mientras  provee densidad a los personajes.

Aunque no está exenta de fallas, entre ellas familiaridad en la historia y cierta previsibilidad sobre las direcciones que toma, The Shape of Water  nos cuestiona sobre nuestra tolerancia y aceptación en un momento oscuro en nuestra historia en que la intolerancia y el rechazo parecen ser la raíz de todas nuestras desgracias.