Crítica de MORGAN con Kate Mara

No se puede hablar mucho del filme de terror y ciencia ficción, “Morgan”, sin entrar en detalles sobre la trama que arruinarían algunas de las sorpresas que ingeniosamente han sido obviadas en la publicidad de la película. Este es, tal vez, el mayor cumplido que pueda recibir el director Luke Scott sobre su primera película como director tras haber trabajado en varios proyectos con su padre, el aclamado director de “Alien” y “The Martian”. Sin embargo, los cumplidos comienzan a escasear una vez Scott juega su mejor mano y se adentra en territorio familiar con un grupo de personajes que toman decisiones cuestionables basadas en hechos de los que la audiencia nunca es testigo, pero igual le obligan a aceptar como reales.

En una era cinematográfica en que filmes como “Ex Machina” de Alex Garland y “Moon” de Duncan Jones han explorado la inteligencia artificial y sus consecuencias de una manera sofisticada y con un estilo refrescante, Scott y su guionista Seth W. Owen se limitan a un acercamiento más superficial y ocasionalmente trillado sobre la moralidad del asunto. Pero lo que el filme escasea en profundidad, recompensa con estética y la mejor actuación de Kate Mara fuera de la serie “House of Cards” , por la cual fue nominada a un Emmy.

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Morgan, un ser humanoide creado artificialmente, vive en un laboratorio aislando con un grupo de científicos y doctores que la consideran como parte de una familia, lo cual es natural cuando se consideran las implicaciones de una relación padre e hija o creador y creación que se han explorado en innumerables ocasiones. En poco tiempo, Morgan se ha desarrollado velozmente hasta la adolescencia, donde empieza a experimentar cambios drásticos en su personalidad que obligan al equipo a mantenerla en cautiverio. Pero Morgan, quien ha empezado a dar señales de que podría sentir como un ser humano, justifica su comportamiento errático en un deseo de libertad que ha nublado su juicio. Luego de un incidente de gravedad, la compañía encargada de financiar el proyecto asigna a Lee Weathers (Mara), una especialista de manejo de control, a analizar el incidente y decidir si el proyecto puede continuar.

Al igual que aquel clásico de terror en el espacio del 1979, “Morgan” es un filme de ciencia ficción con elementos de terror que invierte los primeros dos actos en desarrollo de personajes y una capa de tensión que se afina más y más con el pasar de los minutos. Aún cuando el filme no supera los 90 minutos de duración, Scott dedica la primera mitad de la película a los deberes e intenciones del equipo que trabaja de cerca con Morgan, desde sus figuras paternas hasta el doctor a cargo de la operación, interpretado por el siempre magnífico Toby Jones (Berberian Sound Studio). Algunas de las interacciones entre el equipo, en especial una cena en medio de la calma, revela algunas de las influencias más evidentes de Ridley Scott en el trabajo de su hijo, quien lucha por encontrar su propio estilo, pero nunca llega a ese lugar deseado.

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Cuando finalmente se quiebra esta fina capa de suspenso en el tercer acto, el filme da un giro de 180 grados y coloca todo el peso en Kate Mara, quien interpreta a la especialista con toques de heroína moderna y un impecable sentido por la moda. La película es el vehículo perfecto para una actriz más que capaz cuyos últimos proyectos, con la excepción de “The Martian”, no le han permitido lucirse. Weathers, quien no vacila en dejar claro que no tiene ningún tipo de ataduras hacia Morgan, representa la postura de la audiencia, quien a diferencia del resto de los personajes, no siente algún tipo de conexión sentimental con Morgan, interpretada por la argentina-británica, Anya Taylor-Joy (The Witch).

Para los científicos, Morgan es el equivalente a una niña dulce y malentendida. Ellos ven algo que es extraño para la audiencia, y ahí es donde yace una de las principales fallas de “Morgan”, en que prefiere decirle algo a la audiencia en lugar de mostrarle, arruinando el camino de lo que pudo haber sido un estudio psicológico sobre la relación entre Morgan y las personas que aportaron a su creación y crecimiento. En lugar, Scott y Owen nos dejan con un grupo de individuos destacados en la ciencia, pero cuyo sentido común es el de un personaje que habita dentro de una trillada propuesta de terror y no el intrincado filme de ciencia ficción que “Morgan” intenta ser.