No suele ocurrir muy seguido, pero de vez en cuando, al cinéfilo le toca presenciar una de esas películas que dejarán una marca en el cine. En muchas ocasiones, por no decir en su mayoría, el título en cuestión pasa por desapercibido o tiene un pobre recibimiento inicial. Filmes como “Taxi Driver” y “Citizen Kane” no siempre fueron consideradas obras maestras. Por otro lado están los “Crash”, “The Artist” y “The King’s Speech” de la vida, celebrados inicialmente y olvidados en poco tiempo. Pero también existe otro tipo de filme; ese que mientras corren los créditos sabes que has visto algo especial y que nada será igual. En el 1977, el mundo tuvo experiencias similares a la descrita aquí con “Close Encounters of the Third Kind” y “Star Wars”. En ese momento, la audiencia fue testigo de algo que nunca antes se había visto. Es en esta última categoría donde encaja perfectamente ARRIVAL, la más reciente propuesta del director franco-canadiense, Denis Villeneuve (Sicario, Prisoners).
El nuevo filme del celebrado cineaste es inteligente y emotivo, sin duda alguna, pero lo que sobresale de “Arrival” es la ambición de un director que está en su mejor momento y que trae ideas refrescantes a un género que suele reciclar. Esto, complementado por un elenco que demuestra que el cine de género también puede ser vehículo para actores dramáticos con mucho alcance.
La película, basada en el cuento “Story of Your Life” del estadounidense, Ted Chiang, arranca el día en que extraterrestres llegan a la Tierra por primera vez en naves monolíticas que se posicionan en diferentes puntos del planeta, sin evidencia alguna de ubicación estratégica o justificación de su llegada. Para descifrar sus intenciones, las fuerzas armadas reclutan a la Dra. Louise Banks (Amy Adams), experta en lenguas que se desempeña como profesora de universidad. Junto al científico Ian Donnelly (Jeremy Renner), la Dra. Banks intenta aprender el complejo lenguaje compuesto de círculos de un especia de tinta que brota de sus tentáculos.
Villeneuve pudo haber transformado el cuento de Chiang en un espectáculo de efectos visuales durante esa primera llegada. Pero Villeneuve no es Roland Emmerich ni la película es “Independence Day”. Cuando llega el momento, nos enteramos al igual que la protagonista, mediante monitores, pantallas de teléfono y la radio. La escala y ambición del filme es tan grande como la de un filme veraniego, pero en el núcleo, “Arrival” es un filme mucho más íntimo que explora el poder del lenguaje, el amor y la paternidad. Pero esto no significa que “Arrival” no ofrece un atractivo estético, pues está ahí, complementando de manera sutil una historia compuesta de grandes ideas.
Introducir temas complejos, rara vez explorados en el género, puede descarrilar un filme con la misma velocidad con la que se propuso. Filmes como “Interstellar” de Christopher Nolan y “Primer” de Shane Carruth han demostrado que adentrarse a estos terrenos podría resultar en la completa desconexión de tu audiencia con la historia. Nolan, quien trabajó junto al físico teórico Kip Thorne en su más reciente película, apostó a una representación visual del tiempo, resultando en una secuencia visualmente innovadora pero demasiado compleja para una audiencia a la que de repente se le exigía entender teorías de la física.
Si alguien aprendió la lección fue Villeneuve, quien introduce algunos de los elementos más difíciles de representar en el cine de ciencia ficción, sin olvidar que al final, será el gancho emocional lo que mantenga interesada a la audiencia. Aquí es donde el director y su guionista, Eric Heisserer (Lights Out), juegan su mano más importante; un elemento trágico que es introducido inicialmente como trasfondo de la Dra. Banks, quien perdió a su hija adolescente. Un cliché en todos los sentido de la palabra – Gravity también lo hizo – encuentra lugar en un filme de ideas refrescantes mediante las sorpresas que Villeneuve guarda para el tercer acto, uno que resonará para siempre junto a las obsesionantes notas del compositor Jóhann Jóhannsson.