Crítica de Avengers: Infinity War

Con la décimo novena entrega en un impresionante universo cinematográfico que se extiende a través de 10 años, Marvel Studios cierra exitosamente la primera saga del popular MCU, y abre las puertas a infinitas posibilidades para el futuro.

Avengers: Infinity War no es una película, es una experiencia. Esto, en cualquier otra circunstancia habría contado como una crítica. Sin embargo, no había otra manera previsible de que un proyecto de tal magnitud -que reúne a todos los superhéroes de este extenso universo- funcionara en formato de película, limitado a una duración de menos de tres horas. En otras palabras, la tercera película que reúne a los Avengers es el equivalente en el cine a una atracción de parque temático. La cinta de los hermanos Russo tiene altas, bajas, emociones a granel y un final confeccionado para que te quieras montar de nuevo… pero después de recuperar tu aliento.

En Avengers: Infinity War, no hay necesidad de introducir al villano con un insufrible “voice over”. Thanos, interpretado por Josh Brolin, tuvo su primera aparición en Marvel’s The Avengers, con “cameos” en otros títulos como Guardians of the Galaxy y Avengers: Age of Ultron, posicionándose como el principal antagonista de la saga. Aunque ha cambiado de color, su propósito y motivaciones siguen siendo las mismas. Thanos, también conocido como el “Mad Titan”, busca reunir las seis gemas del infinito, y con ellas, crear balance en el universo por medio de la destrucción.

Inspirado en la propia destrucción de su planeta, Thanos recluta a un grupo de extraterrestres despiadados, conocidos como “The Black Order”, para conseguir las gemas restantes cueste lo que cueste. Cómo habían anticipado los directores, muchas veces el costo será el mayor a pagar, haciendo de esta la más oscura de todas las películas del MCU. Pero sin olvidar que se trata de una marca familiar -y sin alterar el tono sombrío de esta historia- los hermanos Russo logran el balance del que se rige el mejor villano del MCU hasta la fecha.

Con una duración de dos horas y media, el reto más grande de Infinity War es balancear la aportación de las decenas de personajes que destaca el afiche oficial. En una decisión que ha inspirado comparaciones con The Empire Strikes Back, la película divide a sus héroes inteligentemente, creando grupos inesperados como Thor + Rocket + Groot, una de las sorpresas más agradables de la película. Más impresionante aún, es como los hermanos Russo mantienen intacto el tono de cada uno de estos superhéroes. Cuando por primera vez aparecen Star-Lord, Gamora y el resto de la pandilla, la audiencia es transportada al humor y la música particular de Guardians of the Galaxy por vía de su director y guionista, James Gunn. Lo mismo sucede en Wakanda, donde los personajes, sus diálogos y comportamiento parecen extraídos de un guión de Ryan Coogler, para el crédito de los hermanos Russo. También es seguro insinuar que los cineastas anteriormente mencionados tuvieron algún tipo de aportación al desarrollo del filme más ambicioso de Marvel Studios hasta ahora.

Thanos, un enorme villano, es pieza clave de esta ambición. Con la profundidad y brutalidad que escasea en otros antagonistas del MCU – con excepción de Killmonger y Loki (más antihéroes que villanos)- el despiadado titán (proveniente del planeta Titan) se impone desde temprano como la primera real amenaza de los Vengadores, y la perfecta razón para reunir a los héroes luego de que se enfrentaran unos a otros en la igual de emocionante, Captain America: Civil War. Su equipo, The Black Order, es liderado por el sirviente Ebony Maw (Tom Vaughan-Lawlor), protagonista de algunas de las secuencias de acción más emocionantes de la película. Proxima Midnight (Carrie Coon), Corvus Grave (Michael Shaw) y Cull Obsidian (Terry Notary) componen completan el “Black Order”, encargados de crear caos en la Tierra en busca de las gemas del infinito.

Le sigue de cerca Benedict Cumberbatch como Doctor Strange, único digno sucesor de Tony Stark una vez este ya no esté, según queda demostrado en el total dominio de sus habilidades y control de lo que sucede a su alrededor. La adición de elementos de hechicería a este universo cinemático abre puertas -exploradas tanto en su película como aquí- a la innovación en medio de piezas de acción. Un fascinante encuentro y desenlace entre Thanos y el Hechicero Supremo es prueba definitiva de las características innovadoras que llegan con sus habilidades y de su capacidad para liderar al grupo.

Sin embargo, Infinity War es la película de Thanos, un villano con claras intenciones, pero mejor aún, con convicciones que representan una real amenaza y que dan continuidad al tema de consecuencias que se empezó a explorar en Civil War. Para el invencible titán, la única salvación para un planeta que malgasta sus recursos es la destrucción; la oportunidad de empezar desde cero. Una barrera moral, a diferencia de Killmonger  -donde la línea es más transparente- es lo que mantiene a Thanos alejado de ser nada más que un antihéroe. Mientras que Killmonger es el resultado de años de opresión y genocidio, Thanos es el autor indiscutible de este tipo de atrocidades, lo que lo hace un villano definitivo y, en cierto punto, irremediable.

Un final que se desvía del tono que reina en la mayoría de casi una veintena de películas separan a Infinity War del resto. Esto, junto a la enorme gesta de reunir al grupo más grande de superhéroes y lograr que todos tenga su momento de gloria, transmitir emociones y mover fichas estratégicamente para hacer de Avengers 4 la película más anticipada del próximo año.