Quisiera que más películas modernas fueran así. En una era fílmica donde tantos creativos confunden “sobre-complicado” con “profundo”, Ocean’s 8, la nueva película de atraco de la franquicia, llega con un travieso plan para entretenernos sin sobrepasar su bienvenida ni perder la atención, con un fantástico elenco repleto de química.
En los cinco años convicta por un trabajo en que fue engañada, Debbie Ocean (Sandra Bullock) planeó el atraco más grande de su carrera. Inmediatamente de vuelta a sus malas mañas, Debbie decide hacer lo que sabe hacer mejor, al igual que su aparentemente muerto hermano, Danny (George Clooney). Debbie se reúne con Lou (Cate Blanchett), su antigua compañera criminal, para montar el equipo necesario. ¿Objetivo? El Toussaint; un collar de diamantes valorado en $150 millones que se llevará a la vista de todos durante la gala del Museo Metropolitano de Nueva York.
Para ello recluta cinco especialistas: la hacker Nine Ball (Rihanna), la experta en joyería, Amita (Mindy Kaling), la carterista Constance (Awkwafina), la diseñadora de moda, Rose Weil (Helena Bonham Carter), y la perista, Tammy (Sarah Paulson).
La número 8 de Ocean es la actriz Daphne Kluger (Anne Hathaway), manipulada sin saberlo para conseguir que el Toussaint sea sacado de su bóveda de máxima seguridad y usarlo durante el popular evento, sin imaginarse que la usarán como mula del valioso collar.
Como siempre sucede con este género, la formación del equipo es la mejor parte de la cinta, sumado a la construcción del plan, y la relación entre las ladronas rebotando ideas y peleas entre ellas mismas.
Aparte de escribirla junto a Olivia Milch, Gary Ross (Seabiscuit, The Hunger Games) dirige Ocean’s 8 con la agilidad y flexibilidad que uno espera de esta propiedad, manteniendo el espíritu juguetón de la trilogía mientras practica su propio estilo – mayormente dejando que las actrices hagan su trabajo – manteniendo buen ritmo sin perder el hilo. No es Steven Soderbergh, pero tampoco necesita serlo.
Al igual que las primeras tres, cada miembro tiene espacio para brillar; ya sea Sarah Paulson como una madre suburbana combatiendo el aburrimiento siendo la ladrona que siempre consigue lo que se necesita, Sandra Bullock con la perfecta expresión de sinvergüenza mientras roba, o Rihanna relajada porque sabe lo buena que es controlando todo con su computadora.
Aun así, la MVP definitivamente es Hathaway; no solo porque sea el amor de mi vida (después de mi esposa…claro) sino porque aprovecha el rol de actriz vanidosa para desplegar su habilidad cómica, al mismo tiempo bromeando la banalidad de su trabajo en vida real.
Eso es algo que Ocean’s 8 pudo hacer mejor. En lugar de burlarse del ambiente plástico del Met Gala, el filme prefiere admirar ese mundo, presentando el grupo más aristocracia francesa, que las plebeyas llegando a quedarse con todo.
La otra falla -y esta es grande- es la falta de un buen villano. Mientras que el equipo de Danny tuvo que lidiar con la poderosa figura del Teddy Benedict de Andy Garcia, Debbie apenas tiene a Richard Armitage como el insípido Claude Becker. Al menos James Corden llega para servir su acostumbrado plato de simpatía y humor.
Aunque disfruto de todas las películas de Ocean, la trilogía sufrió del síndrome de “más grande la próxima vez”, llevándonos a niveles cuasi absurdos de sobre complicación hacia el final. Afortunadamente, Ocean’s 8 escogió irse por la avenida relajada de montar el plan y lidiar con los retos, con unos cuantos giros y sorpresas de camino, sin necesitar tener un diagrama al frente mientras la ves.
Divertida, revoltosa y entretenida de principio a fin, Ocean’s 8 mantiene el espíritu de la franquicia, con un fantástico soundtrack y banda sonora, glamorosa cinematografía y actores disfrutándose sus papeles. Esto es una película para ver con tu propio corillo de amistades, y salir con ganas de robarse el mundo, después de una cerveza o dos. Criminalmente recomendada.