Crítica: DEEPWATER HORIZON con Mark Wahlberg

El 2o de abril del 2010, la plataforma petrolífera Deepwater Horizon se hundió luego de haber estallado, en lo que ha sido registrado como una de las catástrofes medioambientales más grandes en la historia. Parecería que fue solo ayer que los medios nacionales cubrían la explosión en el Golfo de México que causó la muerte de 11 personas. Será una tragedia difícil de olvidar, y el director Peter Berg se quiere asegurar de que permanezca en nuestra mentes por mucho tiempo más con una película que celebra a los héroes y víctimas de la catástrofe, señala a los villanos y plasma la tragedia con la grandiosidad y visuales de un blockbuster veraniego que nunca pierde la atención del público.

Los guionistas Matthew Michael Carnahan y Matthew Sand desarrollan la historia alrededor de Mike Williams, sobreviviente del incidente que hizo un recuento de sus actos heroicos durante una entrevista en 60 Minutes y se convirtió en la cara de la tragedia. Mark Wahlberg interpreta a Williams con el carisma necesario para que la tensión en medio de su lucha por regresar vivo a su esposa (Kate Hudson) y a su hija se sienta lo más real posible. Carnahan y Sand reconocen que en filmes que relatan catástrofes es esencial contar con personajes agradables en los que la audiencia se pueda reflejar.

Para lograr la conexión, nos sumergen durante el primer acto en la vida de Williams y su estable matrimonio. Conocemos a la familia la mañana en que William está programado para marcharse a la plataforma por varias semanas, pero el guión no pierde tiempo en despedidas melodramáticas y destaca una genuina relación entre padre e hija. Al final, esto pesa mucho más que una escena forzada con lágrimas y “te voy a extrañar”. Por otro lado, se nos introduce a Andrea Fleytas (Gin Rodríguez), otra empleada de Transocean, compañía encargada del funcionamiento de la plataforma. De primera instancia, Fleytas es representada como una mujer fuerte y autosuficiente. Cuando su vehículo se rehúsa se rehúsa a prender, Fleytas no pierde tiempo en abrir el bonete. Cuando su novio le ofrece un aventón, no tarda en expresar sus intenciones de manejar la Ducati. La valentía de Fleytas aparece nuevamente en un momento crucial de la película.

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Una vez el equipo entero están en la plataforma, la tensión es palpable. Para incrementar el suspenso, el director nos coloca un paso adelante de los protagonistas y nos muestra que algo anda mal. De ahí en adelante, el conteo regresivo interno se habilita y esperamos el momento. Justo antes de la explosión, causada por irregularidades ignoradas por un ejecutivo con rasgos de villano (John Malkovich), Berg nos invita a una gira por las facilidades y nos presenta a los hombres y mujeres que las hacen funcionar. Berg se toma su tiempo, pues desde el saque es claro que una de sus intenciones principales es rendir homenaje a las almas que perecieron en el accidente, entre ellas, el joven Caleb Holloway (Dylan O’Brien en el rol más adulto de su carrera). En un intento de proveer profundidad a personajes y contexto para apoyar los tecnicismos que causaron la explosión, el guión enreda a la audiencia en terminología de ingenieros, pero al hacerlo asegura que su acercamiento a esta historia no se vea afectada por un lenguaje simplificado. Nada de esto importa cuando el espantoso momento finalmente llega y los actos heroicos de Williams y su tripulación se vuelven el foco principal, pero el heroísmo en ocasiones se ve opacado por exceso de patriotismo y secuencias de acción en las que no está claro qué está pasando.

El desenlace de “Deepwater Horizon” no es sorpresa para nadie, pero el filme encuentra un balance entre la conmemoración de las víctimas y la acción sensacional que también estuvo presente en el filme “Lone Survivor”, la primera colaboración entre Wahlberg y Berg. Durante los momentos finales en la plataforma y el reencuentro entre Williams y su esposa, el guión se aleja del sentimentalismo excesivo que suele estar presente en recuentos de catástrofes. Al igual que la despedida al principio del filme, el reencuentro es genuino, pero también desgarrador.