En cierta manera y variante por individuo, todos hemos sido extraterrestres en nuestro entorno. Este es el tema principal de Extra Terrestres, filme puertorriqueño que poco tiene en común con el cine de ciencia ficción al que hace referencia en su título. El filme, escrito y dirigido por Carla Cavina, es una carta de amor dirigida a todo el que se haya sentido extraño en su propio hogar, alrededor de sus familiares, seres queridos y en un círculo de amistades en el que chocan los diferente ideales de cada persona. Los ideales, sin embargo, reflejos de la directora -autoproclamada vegetariana- suelen rayar en el sermón.
La historia sigue a Teresa Díaz (Marisé Álvarez), una astrofísica que vive y trabaja con su novia, Daniela, en las Islas Canarias. Tras siete años de autoexilio, Teresa regresa a su hogar en Puerto Rico a anunciar su boda con Daniela. El problema es que los Díaz son una familia conservadora de un pueblito rural de Puerto Rico, así que para ellos, Daniela es Dani, corto para Daniel.
Su padre, interpretado por Emmanuel “Sunshine” Logroño, es un exitoso empresario y dueño de una compañía que produce pollos en masa. Su madre (Elba Escobar) pasa la mayor parte de su tiempo en la cocina, mientras su hermana, Andrea (Laura Alemán), es una joven madre soltera que se niega a entretener los pretendientes que su padre quiere para ella. Todos y cada uno de ellos guardan secretos. Secretos que si salieran a la luz, causarían que lo que parece una familia tradicional explote con la fuerza de una supernova.
Extra Terrestres es una exploración de las angustias que poco a poco quebrantan lazos familiares y los secretos que guardamos muy dentro, como un volcán que en cualquier momento podría erupcionar, destruyendo todo a su paso. Con poca exposición, queda claro que Teresa ha sido un “outcast” toda su vida, incluso dentro de su hogar. No solo por la preferencia sexual y relación con otra mujer que oculta, sino también por los roces que han causado su afición por la astronomía y su renuncia a consumir cualquier tipo de carne.
Con Álvarez en el rol principal, la directora da justo en el blanco, especialmente en los momentos más íntimos del personaje, en los que mediar palabra no es necsario, pues con una mirada o expresión dice todo lo que ha estado callando. Pero su temprana veteranía y la razón por la que Álvarez es una joven joya del cine puertorriqueño se deja ver cuando en los intercambios más alterados, donde quedan expuestas las fallas de un guión que muchas veces predica en lugar de informar, la actriz trasciende el sermón con total manejo de sus destrezas.
Unas cuantas faltas no opacan un filme importante que navega con cuidado y respeto el aislamiento de comunidades comúnmente marginadas por una sociedad mayormente machista y homofóbica. Después de todo, pocos filmes que llegan a las salas de cine de la isla se atreven a examinar uno de los más oscuros aspectos de nuestra sociedad; una que se escuda detrás de la religión para alienar, como seres no pertenecientes a este mundo, individuos y comunidades enteras cuyas visiones e ideales los convierten en extraterrestres. Aquí reside la importancia de Extra Terrestres, filme que aterriza el 31 de agosto en salas selectas e independientes de Puerto Rico.