KILL YOUR FRIENDS: Sátira de la industria musical

No hay que ser un experto ni ser parte del negocio para saber que en la música, al igual que en otras artes populares como el cine, tiene mayor posibilidad de éxito aquel con estilo similar al popular y que menos se desvíe de la fórmula a la que nos tienen acostumbrados el cine y la radio. En el cine, especialmente en Hollywood, esta fórmula está presente en remakes, adaptaciones, reinicios, secuelas, comedias románticas y en superhéroes.

Cierto es que se puede encontrar en todos los géneros de cine, al igual que en todo tipo de música. La radio se encarga de alimentar nuestro sentido auditivo con música que suena igual y amenaza con perforar nuestros tímpanos y cerebros. El filme “Kill Your Friends” intenta, con más logros que fracasos, pasar como una sátira del mercado musical de los años noventa, el cual ha cambiado muy poco en casi dos décadas.kyf_webLa historia de “Kill Your Friends” gira alrededor de Steven Stelfox (Nicholas Hoult), un A&R (Artists and Repertoire) de un sello discográfico, que, en medio del estrés que la causa la búsqueda del próximo gran éxito musical, empieza a perder la cabeza y a eliminar, de la manera que sea necesaria, a cada una de las personas que de alguna manera intervengan en su ascenso en el negocio. Steven viaja a festivales como Cannes y SXSW en busca de la próxima gran banda de rock, aunque él mismo declara su desprecio del género. En este último descubre una banda independiente a punto de estallar, pero Unigram Records – compañía para la cual trabaja Steven- no es el único sello tratando de firmar la banda.

Si algo queda demostrado con esta película, es que Nicholas Hoult (Mad Max: Fury Road) ya no es aquel niño adorable de “About a Boy”. En “Kill Your Friends”, Hoult deleita a sus seguidores con una impresión de Patrick Bateman sin el carisma y el humor que lo hizo uno de los asesinos más agradables del cine. Stelfox es un psicópata, un término que nunca será utilizado para describir a una buena persona con los tornillos bien puestos. Patrick Bateman tampoco lo es, pero al menos con él pudimos simpatizar de de cierto modo. Stelfox, por su parte, es una persona despreciable a la cual no nos interesa ver triunfar.kyf_web3Supongo que ese es el punto de esta sátira, la cual se torna caricaturesca mientras los cuerpos se amontonan y la cocaína se convierte en el plato principal. El primer gran problema que enfrenta el guión de John Niven, quien también escribió la novela en que está basada, es que olvida que existe una línea muy fina entre la sátira y la celebración. Cuando Niven comenta sobre la música electrónica con el éxito de una canción cuya lírica, compuesta de una línea en repetición, te invita de la manera más explícita a realizarle sexo oral a un hombre, el filme alcanza uno de sus momentos más genuinos y memorables. De la misma manera, el filme truena contra la fabricación de artistas con el génesis de un grupo de mujeres vulgares y sin rastro de talento que intentan ser las próximas Spice Girls.

Es cuando el filme se adentra en la misoginia rampante del mercado que peligrosamente se desvía de la sátira y comienza a adoptar el comportamiento que intenta denunciar. Desnudos femeninos gratuitos y un departamento repleto de hombres son solo el principio de los problemas de la película, la cual peligrosamente olvida su propósito y comienza a celebrar el comportamiento de un hombre que nunca debe responder por sus acciones, lo cual resulta un poco difícil de tragar. Si ni tan siquiera el genio de Patrick Bateman se pudo salir con la suya, ¿qué nos hace pensar que una imitación barata podría hacerlo?