En medio de un verano inflado con “blockbusters” que hacen poco con mucho, el thriller “The Shallows” del catalán Jaume Collet-Serra, inteligentemente se mantiene simple y al grano, demostrando que para emular el éxito de grandes películas de estudio no es necesario invertir cientos de millones de dólares ni tramas imposibles de seguir. Por supuesto que “The Shallows” no es la nueva “Jaws”, a pesar de haberse promocionado como tal. La película si tan siquiera está al mismo nivel de la mejor campaña publicitaria del verano, pero logra mantenerse anclada con una sólida actuación en solitario de la actriz Blake Lively, cuyo bikini de dos piezas amenaza con robarse el espectáculo más de lo que habían anticipado los trailers. Pero son la actuación de Lively y una cuidadosa dirección que hace el mayor uso de una localidad limitada los elementos que logran restaurar el terror a la orilla del mar tras intentos menos satisfactorios como “Open Water” y la completamente absurda “Deep Blue Sea”. Aunque para ser justos, hay que destacar que ninguna de las dos desarrolla su acción en la orilla, donde ocurren la mayoría de los ataques de tiburones.
Lively es Nancy Adams, una surfista de Texas en busca de algún tipo de “closure” en el lugar favorito de su fallecida madre, una playa escondida de México a la que nuestra protagonista llega huyendo del duelo. El duelo, sin embargo, toma la forma de un enorme tiburón blanco de la misma manera que tomó la forma del cuco en el muy superior filme de terror, “The Babadook”. En un intercambio con dos surfistas mexicanos sin nombre, uno de ellos bromea con que tendría que matarla si llegase a revelarle el nombre del lugar, descrito como “El Paraíso” por el alma bondadosa que la lleva hasta el lugar en los primeros minutos de la película.
Es durante este primer acto que la exposición nos llega super-impuesta en la pantalla de la manera menos elegante posible, arruinando algunas tomas en la playa que, por sí solas, pudieron haber añadido al aislamiento en una playa parcialmente abandonada. Adams queda atrapada en una piedra tras el inesperado ataque de un tiburón blanco, demasiado lejos para nadar de vuelta a la arena. Sola en una diminuta isla que se forma cuando baja la marea, Nancy debe enfrentar su propia mortalidad en el momento en que huía de la muerte de su madre.
En un intento de desarrollar el suspenso sin mostrar el peligro, Collet-Serra se toma su tiempo para explorar el agua con un montaje de olas y música electrónica que despoja el filme de la tensión que ya había construído. Más cerca de ser un anuncio que una representación de la calma antes de la tormenta, la secuencia de varios minutos es donde la película amenaza con descarrilarse, hasta la anticipada llegada del antagonista principal. Antes de este primer ataque descubrimos la razón de su presencia en la orilla, lo cual pudo haber sido fatalmente obviado por un filme menos cauteloso. No se trata de un tiburón en busca de venganza, como se intentó proponer en la exquisitamente mala “Jaws: The Revenge”, sino de un animal que se comporta como la naturaleza lo ha acondicionado. Como ha sido comprobado anteriormente, la naturaleza puede ser sumamente aterradora.
Al igual que Jaws y películas similares, “The Shallows” es mucho más efectiva cuando no podemos ver el tiburón, por lo que resulta un poco frustrante cada vez que el filme siente la necesidad de cobrar una nueva víctima para inyectar un poco de acción. Son las sutilezas como la famosa “cámara del tiburón” que Spielberg perfeccionó en el 75 y la presencia de un inusual personaje secundario las que logran que el filme adquiera su propia personalidad. El personaje secundario, al igual que el antagonista, tampoco tiene forma humana. Steven la gaviota, como Nancy adorablemente lo apoda, es el equivalente a Wilson de “Cast Away” en que se puede palpar una conexión entre el animal y la protagonista. Cuando Steven la gaviota y Nancy finalmente se separan, su bienestar se convierte en una de nuestras preocupaciones.
Para el tercer acto, el director de “Non-Stop” traslada la acción a una boya en una extraordinaria secuencia en la que, a pesar de que la lógica abandona el barco, busca satisfacer a las masas que fueron en busca de un shot de adrenalina y suspenso. “The Shallows” muy bien podría ser la mejor película sobre tiburones desde “Jaws”. El problema con esta declaración es que las películas de este tipo, al igual que los ataques reales, son altamente escasos e improbables.