El plano secuencia o “long take” es una de las técnicas más celebradas en el cine por su complejidad y el hecho de que añade cierto realismo a la historia que se está contando. Cineastas como Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y el cinematógrafo Emanuel Lubezki han perfeccionado la técnica con filmes como “Children of Men”, “Gravity” y la ganadora del Oscar, “Birdman”. La última recibió elogios por simular con éxito haber sido filmado en una sola toma. Fue el director ruso, Alexander Sokurov, quien mostró total dominio de la técnica con su filme “Russian Ark” en el 2002, el cual consiste de una sola toma de 99 minutos. Este año, el director alemán, Sebastian Schipper, intenta realizar la misma gesta con “Victoria”, un filme que sigue, mediante una toma de 138 minutos, a la joven protagonista durante una noche en Berlín. El resultado es un logro técnico para la historia con una trama que nunca logra alcanzar la excelencia del aspecto técnico.
Cuando primero vemos a Victoria (Laia Costa), está bailando sola en un club de Berlín, donde conoce a Sonne (Frederick Lau), Boxer (Franz Rogowski), Blinker (Burak Yigit) y Fuß (Max Mauff), cuatro amigos que no titubean en invitarla a pasar el resto de la noche con ellos en la ciudad. Primero se pasean en las calles de Berlín y roban cerveza de la tienda de un amigo del grupo, pero lo que comienza como un juego amistoso se convierte, en el transcurso de la noche, en una experiencia traumatizante. Sonne y sus amigos emiten malas vibras desde la primera vez que los vemos, tratando de abrir un automóvil que no es suyo e intentando convencer a una chica que no conocen de unirse en sus aventuras nocturnas, de las que nada bueno puede surgir. Paranoicos cuando una patrulla se acerca y a la defensiva cuando un par de extraños se cruzan en su camino, el problema llegará tarde o temprano a este grupo de jóvenes problemáticos, es solo cuestión de tiempo.Pero tiempo es exactamente lo que tiene el director Sebastian Schipper, quien dedica gran parte del mismo a desarrollar una relación entre la extrovertida Victoria y el carismático Sonne, al punto de olvidar echar a un lado los prejuicios que fabricamos desde la primera vez que lo vimos en el techo de un automóvil estacionado. Sonne y sus amigos podrán ser un grupo de jóvenes delincuentes, pero el guión de Schipper, Olivia Neergaard-Holm y Eike Frederik Schulz se encarga de cambiar tu percepción de los jóvenes, aún cuando Boxer confiesa, en el techo del complejo donde viven, haber estado en la cárcel tras haberle hecho daño a un hombre. La confesión no entra en detalles, pero se nos provee suficiente información para concluir que Boxer podría haber asesinado a un hombre.
Mientras cumplía su tiempo en la cárcel, Boxer fue protegido por un mafioso a quien ahora le debe. Porque el guión requiere de acción para que Schipper y el cinematógrafo Sturla Brandth Grøvlen puedan implementar su técnica en algo más que diálogo, Boxer es activado para completar un trabajo que lo liberaría de su deuda.Victoria, quien se ha mantenido con el grupo a pesar de constantemente anunciar que debe abrir el Café en unas horas, es arrastrada a una reunión que rápidamente se convierte en un peligroso robo de banco en el que debe desempeñarse como chofer cuando uno de los cuatro amigos está muy ebrio para acompañarlos. Como era de esperarse, todo le sale al revés al grupo de delincuentes, quienes pasan el resto de la noche huyendo de la policía, escenas que proveen los momentos más memorables de la película.
La gesta de Schipper es impresionante y hasta le resta brillo a la ganadora del Oscar, la cual sólo pretende haber sido filmada en una sola toma. En Victoria no hay trucos de transición que esconden cortes. Lamentablemente, tampoco hay una historia verdaderamente original o igual de trascendental que su carácter técnico. Todo el peso cae en los hombros de Schipper, su director de fotografía y las actuaciones de los personajes principales. El combinado resulta en una de las películas más reales y dignas de celebrar de este año, la cual muy bien podría elevar la barra en cuanto a este tipo de dirección. Iñárritu y Lubezki tendrán que haber preparado algo muy especial con “The Revenant” para superar el trabajo de Schipper y Brandth Grøvlen en “Victoria”.