Crítica de Crazy Rich Asians: el amor en tiempos de riqueza

Es un paso importante en toda relación pero esta tiene un detalle adicional: Rachel es una mujer estadounidense. A pesar de hablar el idioma de su madre, su experiencia es la de cualquier otra joven en Nueva York, lejos de las tradiciones de su ascendencia asiática. Por supuesto que Rachel no se amedrenta ante esto y se lanza a la aventura sin saber un crucial secreto.

Henry le ha ocultado que es el soltero mayor codiciado de Singapur y probable heredero de la familia más rica y poderosa del país.

Crazy Rich Asians usa formulas conocidas; el “pez fuera del agua”, la “familia que desaprueba”, el “choque cultural”, y “las envidiosas que conspiran contra la pareja”. Afortunadamente, su carismático elenco la eleva sobre sus pocos defectos, con un guion que combina momentos absurdos con espacio para desarrollar los personajes y traernos elementos novedosos, como la cultura y los paisajes.

La dirección de Jon M. Chu (Step Up: The Streets, Now You See Me 2) resulta adecuada por la mayor parte aunque, la edición da unos extraños brincos que sacan de ritmo en algunos instantes, aparte de una sub-trama sobre una infidelidad que distrae más que añadir, al punto de sentirse una película aparte que metieron por obligación.