Aparte de cualquier otra cosa que se pueda decir de Love, Simon, la entretenida nueva comedia romántica para adolescentes de 20th Century Fox, pasará a la historia como la primera producción de un gran estudio donde el chico gay no es “el amigo flamboyante para hacer reír” sino el protagonista. Tradicionalmente solo pasaba en filmes independientes de pequeños estudios emergentes, tal como la exquisita (y altamente superior) Call me by Your Name. En este caso se trata de la primera película dirigida por Greg Berlanti, mejor conocido por su larga carrera en televisión (Dawson’s Creek, las series del Arrowverse, Riverdale, un montón más, ese tipo no duerme).
“Simon Spier” (Nick Robinson, el hermano mayor en Jurassic World) es un adolescente normal de clase media alta que mantiene en secreto su homosexualidad. El mismo “Simon” no entiende porque no lo ha revelado si sus padres son cariñosos, atentos, y liberales, al igual que sus amigos y la mayoría de los estudiantes de la escuela. Su razonamiento es que no debería tener que “salir del closet” si los heterosexuales no tienen que hacerlo. No es que no tenga razón pero, la trama del filme precisamente trata sobre “Simon” evitando a toda costa que eso suceda sin profundizar en la contradicción.
La película es narrada por el mismo “Simon” pero no hacia la audiencia sino hacia “Blue”, un amigo digital que reveló igualmente ser gay en secreto a través del blog de chismes del colegio. “Simon” comienza una relación virtual con “Blue” compartiendo sus sentimientos, sus frustraciones y deseos para el futuro. Todo va bien hasta que “Martin” (Logan Miller), otro chico de la escuela, accidentalmente descubre su secreto y a pesar de tener un hermano gay decide usar esa información para chantajear a “Simon” a que lo ayude a conquistar a “Abby” (Alexandra Shipp, la Storm de X-Men: Apocalypse).
Esto lleva a “Simon” a manipular situaciones y sus amigos de casi toda la vida, incluyendo a “Leah” (Katherine Langford, de 13 Reasons Why), su mejor amiga -obviamente enchulada de él- para mantener el secreto. Siendo justo, el mayor temor de “Simon” no es que se sepa su homosexualidad sino que “Blue” se asuste y deje de comunicarse por lo que las acciones de “Simon” rayan de egoísta hasta cuasi cruel. Afortunadamente el guion de Elizabeth Berger e Isaac Aptaker, adaptando el libro de Becky Albertalli, le imparten suficiente humor a la trama, aparte de desarrollar a “Simon” como persona completa con defectos y virtudes, manteniendo el apoyo de la audiencia durante sus decisiones.
“Martin” es otra genial forma en que Love, Simon subversiva el género de comedias románticas. En cualquier otra película seria el héroe, el tipo que no acepta un “no” como respuesta sin importar lo incomodo que haga sentir su presa y que terminaría con la chica luego de algún “acto grande”.
Aunque la historia contiene dos ejemplos clásicos de “bullys” haciéndole la vida imposible a los estudiantes LGBTTQ, “Martin” representa otro modo de prejuicio. El que disculpa sus defectos porque “son buenas intenciones” o “es por amor”. “Martin” quiere ser el conquistador clásico que la sociedad exige del hombre sin entender que sus acciones alejan no solo el interés de su objetivo sino la posibilidad de cualquier relación porque ha determinado que una amistad no es suficiente. Yo fui “Martin” en algún momento de mi vida. Al diablo con ese tipo.
Que esto sea un buen comienzo a la nueva normalidad; que la comunidad LGBTTQ se vea mejor representada en la industria, al igual que la diversidad que vemos todos los días en la vida real. Quizás en un futuro veamos películas comerciales que profundicen más en lo que significa ser gay en una sociedad represiva, cuando eres pobre, con padres no tan perfectos como los de “Simon”, sin amigos tan comprensivos o una escuela tan progresiva. Hay muchas historias para ser contadas de muchas perspectivas. Que esta sea la puerta que les abra el camino. Que algún día no haya miedo a que “Ethan” (Clark Moore) sea el protagonista.
Love, Simon es una dulce y divertida comedia que disfruté de principio a fin, con todo y que no soy el sector demográfico al que se dirige. A juzgar por la sala repleta de adolescentes y adultos jóvenes con los que la vi, lograron su cometido pues se mantuvieron atentos a lo que sucedía comentando la acción, tratando de adivinar la identidad de “Blue”, reaccionando a las tretas de “Martin” y al final gritaban de la emoción como si los actores pudieran escucharlos (no pueden, por cierto, por favor no hablen tanto en el cine). ¡Inmensamente recomendada!