La nueva propuesta de Gus Van Sant (Good Will Hunting) es más un despliegue de talento actoral que de sus sensibilidades como director, pero es esta misma cualidad lo que podría cargarla hasta la meta: los premios Oscar.
Una buena actuación puede ser suficiente para elevar una historia poco especial o terriblemente común, pero pocos proyectos pueden alardear de contar con dos actuaciones equitativamente impresionantes. Este es exactamente el mayor logro de Don’t Worry, He Won’t Get Far on Foot, cinta que actualmente lidera la competencia de título innecesariamente largo. Sorpresivamente para quienes han seguido de cerca la carrera de su director, Gus Van Sant, en los últimos años, el drama es también un fuerte candidato para colarse en la carrera por el Oscar gracias a una convincente actuación de Joaquin Phoenix como John Callahan, un alcohólico que queda paralizado tras un accidente automovilístico y que descubre un escondido talento y pasión por el dibujo de caricaturas satíricas.
La cinta, que se exhibe desde el 16 de agosto en los cines de Fine Arts, está basada en el libro de Callahan, un personaje reconocido en la ciudad de Portland, Oregon que inspiró en el director Gus Van Sant un deseo de contar su historia en el cine. Van Sant, quien vivió en la ciudad de Portland, había coincidido con Callahan en varias ocasiones antes de su muerte en el 2010. La cinta sigue su vida, desde antes del accidente, y explora a fondo algunas de las personas que fueron influencia antes y después de la tragedia. El guion de Van Sant, además, se sumerge en el alcoholismo de Callahan y su eterna lucha con la adicción.
Biografía, tragedia y adicción son, entre otros, ingredientes para cocinar la más predecible y “por los libros” de las películas de este tipo. Sin embargo, los primeros minutos de la película prometen que, en el peor de los casos, Phoenix se echará la carga completa encima con una de las más retantes actuaciones de su carrera. Cuando al guion finalmente le toca explorar el momento que marcó el resto de su vida, queda evidente que Van Sant y el resto de sus guionistas están más interesados en los talentos de un hombre excepcional que en sus momentos de debilidad. Cada uno de estos momentos, desde el accidente hasta los momentos en que Callahan forcejea con el alcoholismo, sirven de puntos de entrada para las fascinantes figuras que lo influenciaron y levantaron del suelo.
Entre el bonche resalta Jonah Hill con otra sutil pero potente actuación como Donnie, el padrino o “sponsor” de Callahan dentro del programa de Alcohólicos Anónimos. Hill, luciendo su nueva figura esbelta y una larga cabellera rubia, es una especie de gurú que introduce a Callahan a la espiritualidad. También es una de las más honestas interpretaciones de un hombre homosexual en años recientes. Cuando la información llega, el personaje ya ha quedado establecido como uno de los más trascendentales dentro del grupo de amigos y conocidos de Callahan.
Cuando llega a su punto culminante, son las actuaciones y la elusión de clichés los aciertos que elevan a Don’t Worry, He Won’t Get Too Far a una temprana contendiente por el Oscar, aunque sea en las categorías de actuación.