The Man from U.N.C.L.E.

Por Orlando Maldonado 

A veces, cuando todo en la vida te sale exactamente como lo habías planificado o soñado, es necesario que llegue una decepción a tu vida para que, como dicen por ahí, te baje de la nube. En otras palabras, algo que te traiga de regreso a la realidad sin tener que traumatizarte para siempre. Aceptémoslo, no se puede tener todo en la vida, de la misma manera que no se puede pretender que todas las películas de espías que estrenen en un año sean cada una tan buena como la anterior. Imaginemos que “The Man from U.N.C.L.E., la nueva película del director Guy Ritchie (Snatch, RocknRolla) y la más reciente propuesta dentro del subgénero de las películas de espías, llega a los cines con la tarea de recordarnos que en el cine no existe tal cosa como un año perfecto. Si esta era la misión secreta del director inglés, merece al menos una medalla de reconocimiento.

Tampoco es que sea un desastre; mucho menos figura entre las peores películas del año. El problema es que comparada con no sólo otros trabajos del director, sino también con otros intentos mejor ejecutados como “Kingsman: The Secret Service” y la más reciente, “Mission Impossible: Rogue Nation”, este remake de la serie de televisión de los sesenta se siente como una versión disminuida de lo que ha sido un gran repertorio de películas de espías este año, con “SPECTRE” y “Bridge of Spies” de Steven Spielberg en camino.

Henry Cavill (Man of Steel) interpreta a Napoleon Solo, el espía más destacado de la CIA , mientras que Armie Hammer (The Lone Ranger) personifica a Illya Kuryakin, el mejor agente de la KGB. Tras un encontronazo en medio de lo que parecía una simple misión de extracción para Solo, ambos espías son forzados a trabajar juntos para derrotar una misteriosa organización con acceso a armas nucleares en medio de la Guerra Fría. La única pista de los espías es Gaby Teller (Alicia Vikander), a hija de un científico alemán desaparecido, a quien deben encontrar para evitar una catástrofe mundial.

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La premisa de “The Man from U.N.C.L.E., aunque sencilla -por no decir trillada- se prestaría para armar una divertida y explosiva película de acción y comedia con el ritmo acelerado y humor inglés que caracterizan la mayoría de las películas de Ritchie. Resulta fácil imaginar una divertida dinámica entre ambos actores principales, esto contando con que sus personajes son polos opuestos con una misma meta.

El problema es que Cavill y Hammer, aún cuando se asoman rastros de química, prácticamente interpretan a la misma persona con diferentes acentos. La diferencia más marcada entre los dos es que uno es mucho más físico e introvertido que el otro. Además, para ser el espía más notorio de la KGB, Illya habla inglés con un terrible acento, lo cual es una extraña decisión artística, tratándose de un actor estadounidense. Si Napoleon Solo domina varios idiomas, ¿por qué el agente ruso no?

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Pero el acento de Hammer no es el más grave de los problemas de “The Man from U.N.C.L.E. Tampoco lo son las actuaciones de los actores principales, entre los que sorpresivamente sobresale Vikander, aunque el que haya visto la excelente “Ex Machina” debió haberlo visto venir. El problema es que en esa película nunca lograr salir de la sombra de la magistral actuación de Oscar Isaac. Aquí, no obstante, Vikander fluye con una velocidad que Ritchie nunca logra alcanzar con su historia, la cual se desarrolla con poca intensidad y siempre un paso más atrás que sus actores y la excelente banda sonora de Daniel Pemberton.

Al menos la acción es lo que se esperaba de Ritchie, quien una vez más la combina con su peculiar humor. Una escena en la que Hammer es perseguido en una lancha que sólo da vueltas en un mismo lugar sobresale entre las pocas.

Filmada en localidades hermosas y protagonizada por un trío de actores muy agradable a la vista, se puede decir que “The Man from U.N.C.L.E. es la evidencia más obvia de la acusación más común hacia el director de “Sherlock Holmes”, y es que sus películas usualmente pecan de tener más estilo que sustancia. Aunque suene gastado, no existe mejor descripción para esta película, un despliegue de belleza superficial de casi dos horas con tantos momentos memorables como los que se pueden contar con los dedos de una mano.