Tras la sublime “Logan” y la decepcionante X-Men: Apocalypse”, la saga de los “X-Men” del estudio 20th Century Fox llega a su fin en una nota más alta de lo que se había anticipado con “X-Men: Dark Phoenix”.
Dos década después de haberlos introducido en el cine, el legendario estudio de cine hace entrega de sus mutantes con una segunda rendición de la que bien podría ser su más popular historia de los cómics. Una vez más en manos de Simon Kinberg, quien debuta aquí como director, la historia centrada en Jean Grey toma una ruta diferente a aquella bienintencionada pero errada adaptación del 2006, arreglando donde aquella falló y sabiamente repitiendo donde triunfó. Aunque no es comparable con la genialidad de “Logan” y pocas veces reconoce que se trata de una despedida, “X-Men: Dark Phoenix” tampoco es reflejo de la turbulenta producción y desastrosas presentaciones que ahora han quedado como rumor de pasillo y nada más. Quienes han seguido esta saga de altas y bajas durante las pasadas dos décadas quedarán complacidos con una propuesta final que se coloca justo entre las mejores y las no tan buenas propuestas de los estudiantes de Charles Xavier, inclinando la balanza hacia el lado positivo con una de las secuencias de acción más memorables de la saga (también tiene la peor) y un creíble romance que añade dimensión a la historia del Dark Phoenix.
La historia la conocemos. En medio de su primera misión espacial de rescate, el equipo de mutantes con mayor experiencia, liderados por Raven, mejor conocida como Mystique (Jennifer Lawrence), casi regresa a la mansión incompleto cuando Jean Grey (Sophie Turner) entra en contacto y absorbe una erupción solar que momentáneamente la deja sin vida. De vuelta en la Tierra, Jean comienza a experimentar episodios en que pierde el control de sus poderes, convirtiéndose poco a poco en una amenaza no solo para ella misma y el resto del equipo, sino también para la humanidad. En medio de la confusión, principalmente causada por una extraterrestre con intenciones ocultas interpretada por Jessica Chastain, la favorita de Charles Xavier ( James McAvoy) busca ayuda y claridad en Erik Lehnsherr AKA Magneto (Michael Fassbender), quien lleva una vida pacífica con otros mutantes en un terreno aprobado por el gobierno. Sin embargo, todo cambia cuando Jean Grey se aparece tocando a su puerta.
“Siempre hay un discurso, y a nadie le importa”, le recalca Magneto a Charles en su primer encuentro en la película. De esta y otras maneras, “Dark Phoenix” es la primera de la saga que genuinamente cuestiona las intenciones de quien por años fue el compás moral de la historia, hasta ahora cuestionado sólo por sus enemigos. Ahora, le toca también a la audiencia poner en duda el conocimiento y control del líder de los X-Men, cuyos estudiantes se les comienzan a rebelar como nunca antes, comenzando con Jean, cuya conflicto interno queda convincentemente plasmado gracias en mayor parte a la revolución de Sophie Turner como actriz. Lejos está la actriz de Game of Thrones de las críticas que recibió al inicio de la popular serie de HBO. Mientras van quedando expuestos algunos secretos delicados sobre el pasado de Jean, Charles va perdiendo control sobre el equipo que solía responder a él sin sin titubeo, creando luchas internas en sus estudiantes que resultan más interesantes que cualquier enfrentamiento con seres de otro mundo u otros mutantes con intenciones nefastas. Este es, en esencia, uno de los conflictos principales de la película, cuya historia contenida aún así se presta para una impresionante secuencia a gran escala en su tercer acto que fácilmente se pasea entre las mejores de esta influyente saga.
De la misma manera que la misteriosa fuerza cósmica dentro de Jean Grey destapa un lado oscuro y desconocido para la pupila de Charles, el guion de “Dark Phoenix” encuentra la manera de explorar y sacar a la superficie el lado oscuro de otros miembros de los X-Men, jugando con la peligrosa dualidad que viene con poseer habilidades extraordinarias. Es en estos momentos que esta propuesta final logra destacarse entre las demás, aún cuando algunas de las decisiones de sus personajes y ejecución de una secuencia de acción en particular evidentemente responden a las exigencias más allá del control del equipo creativo y hasta de algunos de sus actores. Esto queda evidenciado en la limitada participación de la ganadora del Oscar, Jennifer Lawrence y un cuestionable trabajo de maquillaje que solo nos invita a recordar el soberbio desempeño de Rebecca Romijn en el mismo rol.
Para fortuna de los fanáticos, “X-Men: Dark Phoenix” está lejos de ser un fracaso y se coloca en el lado correcto de la historia de los mutantes, acompañada de otras propuestas destacadas propuestas como “X-Men” (2000), “X2” (2002) y “Days of Future Past” (2014). Tal vez no sea el épico final que una franquicia de esta magnitud merecía, pero sí es una digna despedida de un núcleo de personajes que a través de los años han dejado su marca en el cine de superhéroes.