Durante la filmación de “Episode I: The Phantom Menace”, el director George Lucas solía decir que su nueva trilogía funcionaría como un poema que rimaría con la trilogía original. Diez años después de que hayamos visto concluída esa amarga y poco memorable historia de origen de Darth Vader, el director J.J. Abrams (Star Trek, Super 8) toma las riendas y obsequia a los fans -tanto viejos como nuevos- un séptimo episodio que funciona mejor cuando navega nuevos sistemas y evita caer en la repetición, pero igual encanta cuando lo hace. “Star Wars: The Force Awakens” es un viaje nostálgico que ingeniosamente involucra al trío de héroes original a la vez que introduce personajes memorables que eventualmente cargarán la antorcha de sus predecesores.

Lo que usualmente sería un breve resumen de la trama de la película, hoy, por eso de no arruinar los secretos que el equipo de mercadeo y publicidad de Disney han logrado ocultar de los fans, será un simple recuento de lo que ya conocemos de ver los avances. Han pasado 30 años desde que los rebeldes derrotaron al imperio, el cual ha resurgido de las cenizas bajo el nombre de la Primera Orden. BB-8, el androide astromecánico de Poe Dameron (Oscar Isaac), el mejor piloto de la Resistencia, liderada por la General Leia (Carrie Fisher), guarda dentro de su estructura metálica un secreto codiciado por ambos lados de la fuerza. Tras un confrontamiento con la Primera Orden, BB-8 es abandonado en el planeta Jakku, donde un ex-stormtrooper en huida llamado Finn (John Boyega) se tropieza con Rey (Daisy Ridley), una carroñera que fue abandonada en este planeta cuando era apenas una niña. Con la ayuda de Han Solo y Chewbacca, Finn, Rey y BB-8 embarcan en una aventura en la que las revelaciones son la orden del día.

“Star Wars: The Force Awakens” apuesta a la nostalgia como atractivo principal, reciclando no sólo a los personajes de la primera trilogía, sino también visuales y una historia que toma prestado de esas tres películas, especialmente el cuarto episodio, “A New Hope”. La diferencia es que en esta ocasión, se ha hecho con el propósito de complacer a fanáticos que durante una década completa habían clamado por un nuevo episodio que refrescara sus paladares con algo más que personajes unidimensionales (véase Padmé Amidala) y CGI que diez años después luce anticuado. Con esto en mente, el director J.J. Abrams ha creado una película que restaura la magia del cine con efectos prácticos y elementos narrativos que aunque toman prestado de la primera trilogía, lo hacen de manera que transportan a un universo que se pensaba habíamos perdido.

El regreso de Han Solo es el ejemplo perfecto de reciclaje que funciona a la perfección. Lo que pudo haber sido un fiasco a la “Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull” es uno de los aspectos más memorables de la película. Harrison Ford, famoso por desestimar a uno de sus personajes más importante durante toda su carrera, no sólo regresa a lucir la chaqueta, pistola y media sonrisa que caracterizan al contrabandista y piloto del Millennium Falcon. Si no fuera por la vejez reflejada en su rostro y lentitud al correr, al que no es fanático le costaría creer que la última vez que Ford personificó a Solo fue hace más de 30 años. Tal vez la razón por la que el actor de 73 años ha rechazado al personaje desde que filmaron “The Empire Strikes Back” – donde el actor sugirió que mataran a Solo – sea porque en realidad, Ford y Solo son la misma persona. Su estilo del humor sigue intacto, presente en todo momento con excepción de uno de los momentos más dramáticos del filme, en el que un comentario sarcástico por parte de Solo le habría otorgado a la escena inmortalidad instantánea. Después de todo, se trata del “stuck-up, half-witted, scruffy-looking, nerfherder” que respondió con “I know” a una declaración de amor justo antes de ser congelado en “The Empire Strikes Back”.

En cuanto a los nuevos personajes, es Rey, personificada por la novata Daisy Ridley, el más destacado de todos. De hecho, podría convertirse fácilmente en el personaje femenino más importante de la saga. El pasado de Rey, abandonada en Jakku cuando era pequeña, es todo un misterio por explorar a lo largo de esta saga, al igual que sus habilidades como piloto. Pero Rey no es sólo la nueva ‘badass’ de la serie, pues lo que posee en fuerza y valentía también lo posee en vulnerabilidad y otras características de un héroe con el que nos podemos identificar, y por ende, queremos ver triunfar. Sus escenas con Finn (John Boyega), al igual que los momentos que comparte con el villano Kylo Ren (Adam Driver) son algunos de los momentos más memorables de la película.

Cuando la nostalgia ya no es suficiente, es la nueva generación la que sale al rescate, incluyendo un villano errático e inmaduro que venera a Darth Vader. Mucho más que un villano cruel y despiadado con ninguna aparente motivación, Ren es un alma perturbada y débil que se batalla entre el bien el mal mientras ruega frente al casco de Darth Vader que no le permita ser seducido por la luz. El concepto de ser seducido por un extremo de la fuerza ya ha sido explorado desde la perspectiva de los Jedi, pero muy poco – con excepción de Vader en “Return of the Jedi” – desde la perspectiva de los villanos.

Con ojos de crítico, es fácil ver las fallas en el guión, el diálogo trillado y a veces hasta cómico del General Hux (Domhnall Gleeson) y un final extrañamente apresurado. Sin embargo,  Maz Kanata (Lupita Nyong’o) estaría de acuerdo con que para que esta sea una experiencia inolvidable, es necesario ponerse los ojos de fanático.

Star Wars: The Force Awakens restablece el balance
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