Los Nolan la entendieron completamente. Por eso el Joker de Ledger es perfecto para esta historia. No podría funcionar en ninguna otra. El Joker de Nolan es abordado como una criatura. No es una persona, es…algo. Sin origen verdaderamente explicado, más bien burlandose de las sobre-explicaciones que plagan la narrativa moderna.

En otro triunfo creativo, Joker es usado de la misma forma que el tiburón de Jaws, o el Godzilla de Ishiro Honda. En una película de dos horas y media, Heath Ledger con diálogos aparece en cámara directa un tiempo combinado de aproximadamente 10 minutos, con un total de 30-43 minutos contando los momentos en que solo se escucha su voz mientras enfoca otro personaje. Una fuerza de la naturaleza con la que no se puede negociar o razonar, como tampoco se puede con un huracán o un terremoto.

Pero, en otro acto de atrevida subversión, Nolan deja que el monstruo presente su perspectiva en forma objetiva y sin dejos de ironía. Su Joker propone ser el verdadero héroe de la historia. El genuino libertador de Ciudad Gótica y toda la humanidad. El único con la voluntad suficiente de develar la hipocresía del “plan”, de desenmascarar la falsedad del contrato social.

Por tanto Batman y Joker no son rivales sino una manifestación orgánica de la naturaleza humana. Su proposición es valiente e inmensamente atrevida para tratarse de una película de superhéroes (técnicamente, una producción para niños): El orden absoluto automáticamente produce el caos. Y viceversa. No existen ni el bien ni la maldad absoluta. Cualquier intento de llegar esos extremos siempre producirá una respuesta natural del otro lado.

Como ya dije: no es un concepto original. Los Nolan sencillamente le pusieron capucha, capa, maquillaje blanco y pelo verde, y lo envolvieron con la poderosa banda sonora de Hans Zimmer para llevarlo a la pantalla grande.

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