Una de las mejores escenas de Lincoln, una de mis películas favoritas, es cuando el Thaddeus Stevens de Tommy Lee Jones le entrega la recién aprobada enmienda constitucional prohibiendo la esclavitud a su empleada doméstica, también amante, describiéndola como “La más importante medida del siglo XIX. Conseguida con corrupción, permitida e instigada por el hombre más puro de América”, refiriéndose a su rival y aliado Abraham Lincoln. Tengan eso pendiente durante el resto de esta entrada.

Aunque la primera presentación ocurrió el 14 de julio, fue el 18 de julio del 2008 que oficialmente estrenó The Dark Knight, cambiando para siempre la idea de lo que un filme de superhéroe podría ser. Hace 10 años Christopher Nolan cimentó su lugar en la industria del cine como uno de los creativos más respetados de su era.

Es una de las razones por las cual existe el concepto de Nolan como cuasi dios del cine (#InNolanWeTrust) que tantos pasamos en las redes sociales. Si fuéramos a tener una conversación seria, podría enumerar varios defectos en su estilo pero, prefiero seguir siendo part del chiste.

Ciertamente no es perfecta, y definitivamente no inventó la rueda pero The Dark Knight le puso aros brillantes que continúan resplandeciendo intensamente a una década de su estreno.

Tampoco es original. Pregúntale a cualquier conocedor de comics  e inmediatamente hará una lista de las influencias directas e indirectas de las páginas a la pantalla. Igualmente conocedores de cine.

Pero eso precisamente es otro gran elogio al trabajo combinado de Nolan, su co-guionista y hermano Jonathan Nolan. Ellos tomaron varias recetas e ingredientes, y las mezclaron en un resultado que se sintió fresco, diferente, subversivo y revolucionario.

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