The Book of Henry, la más reciente propuesta del director estadounidense, Colin Trevorrow, es como ninguna otra película que haya llegado al cine en años recientes. Esta aseveración, naturalmente, podría ser reservada para los dos extremos dentro del ejercicio de la crítica de cine. Sin embargo, la nueva película del director de Jurassic World coloca a la audiencia en una incómoda posición, en la que se debe decidir si lo que se está viendo es una innovación, o si se trata de un experimento fallido de hacer una película que adopta una neutralidad de tono y género. Esta neutralidad o constante variación de tono es el truco principal de un guión que se deshace de las reglas principales a seguir a la hora de escribir cine, y aunque elevan la película a una experiencia fascinante, el proceso también la hiere mortalmente.

Existe muy poco que se pueda decir sobre la trama de The Book of Henry sin entrar en territorio de “spoilers” y arruinar sus sorpresas. La película cuenta la historia de Henry, un niño genio de 11 años que ha adoptado el rol de padre de familia tras la partida del suyo. Su madre, Susan,  interpretada por Naomi Watts, dedica su tiempo libre a los juegos de video mientras Henry, el mayor de sus dos hijos, asume las responsabilidades del hogar, entre ellas pagar las facturas y tramitar la adquisición de un nuevo automóvil para su madre. Todo esto a los 11 años de edad, detalle importante que la historia insiste en que la audiencia no olvide. El guión de Gregg Hurwitz (Queen of the South), complementado por la convincente actuación de Jaeden Lieberher (Midnight Special), establece las habilidades de Henry, al igual que sus preocupaciones. Con momentos íntimos entre hermanos, el guión también logra mantenerlo entre los parámetros de la realidad, al menos por la mayor parte de la película.

Lo que empezó como un drama cómico y relajado sobre la vida en los suburbios de una familia poco convencional, se convierte rápidamente en un filme de drama y suspenso que explora las circunstancias en que algunos niños son forzados a crecer antes de tiempo. Henry, hiper consciente de lo que sucede a su alrededor, comienza a sospechar que su vecino, el Sr. Sickleman (Dean Norris), abusa sexualmente de su hijastra, Christina (Maddie Ziegler). Ignorado por los adultos que se supone están ahí para proteger a niños como él, Henry decide tomar cartas en el asunto.

Es aquí donde la película da el giro más inesperado de todos y se convierte en una historia trágica directamente extraída del repertorio de Nicholas Sparks. La diferencia es que las lágrimas, cuando inevitablemente llegan, no se sienten forzadas. Cada halón de las fibras sensibles del corazón es resultado de un efectivo desarrollo temprano de estos personajes. Cada intercambio entre madre y sus hijos llega con la naturalidad con la que sueña todo director. Con una historia mejor adherida a un género en particular, podríamos estar hablando de la primera contendiente oficial para los premios Oscar, pero este no es el caso de The Book of Henry, un filme que toma lo convencional y lo expulsa por la ventana.

Resulta fascinante ver la transformación de este filme ante la audiencia, con vueltas tan radicales que no habrás terminado de acomodarte a un tono cuando el filme te pide que te ajustes a otro.

Para el tercer acto, la audiencia ha sido sometida tres películas diferentes en una sola, ancladas a la realidad por memorables actuaciones del reparto principal, entre ellos Jacob Tremblay, quien recientemente impresionó en el drama Room junto a Brie Larson. Lo que empieza como un exitoso experimento en tonalidad, se descarrila rápidamente cuando Susan (Watts) se involucra en el plan de su hijo de conseguir justicia para Christina. Esto, siguiendo una serie de directrices pre-grabadas por Henry.

En este punto, el increíble (por razones establecidas) guión de Hurwitz se sumerge en lo absurdo, de donde nunca logra emerger con la originalidad que logró proyectar en la primera mitad. Henry, antes un niño genio, ahora es una caricatura de sí mismo, capaz de predecir cada movimiento de su madre, aprovechando cada momento para celebrar su logros o criticar su pobre desempeño. ¿Pero qué importa una regla más en un filme que desde un principio estableció su rebeldía ante lo predecible?

Al final, la audiencia entenderá por qué The Book of Henry es como ninguna otra película que hayan visto en sus vidas; una fascinante ejecución que se debe ver en la pantalla grande. “Ver para creer” será la frase predominante cuando se hable de esta película, una que se pierde en su propia ambición y dejará perplejos a quienes vayan en busca de una propuesta que siga las reglas del libro. Este es, con todo el sentido de la palabra, el libro de Henry.

The Book of Henry estrena en los cines de Fine Arts el jueves, 22 de junio.

Crítica: The Book of Henry es una experiencia fascinante
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