Protagonizada por Natalie Portman y narrada por Willem Dafoe, Vox Lux es una atrevida, ambiciosa y cruda exploración de la música pop, la fama y el terrorismo.

En el 2018, cuando más familiarizado estamos con el acto, el director y guionista Brady Corbet ha realizado un filme sobre la conexión entre el terrorismo y la fama. La influencia de la música popular en los actos de terror es un argumento que hemos escuchado desde pequeños, en especial aquellos que crecimos con la influencia de la música urbana, y hasta cierto alcance, la música rock. En el 1999, luego de la masacre de Columbine, fueron los medios los primeros en señalar la afición de los asesinos por la música de Marilyn Manson y la película The Matrix. Inspirado en casos como este, Corbet revisita -casi 20 años y decenas de masacres similares después- la conexión que pueda o no existir entre estos actos, la cultura popular y nuestra percepción de un acto de terrorismo, el autor de los hechos y las figuras a quienes los medios intentan responsabilizar en una cultura que se rehúsa a responsabilizar al hombre blanco de clase media.

Fotos: Radiante Natalie Portman en la alfombra roja de Vox Lux

Vox Lux abre con un magistralmente ejecutado tiroteo dentro de una escuela. Allí, un compañero de salón de Celeste, nuestra protagonista, abre fuego contra maestros y estudiantes. Es el año 2000, al menos década y media antes de que los tiroteos en lugares públicos o escuelas fueran la orden del día. Celeste, interpretada en el primer acto de la película por Raffey Cassidy, es una de las sobrevivientes de un vil acto que la deja con daño permanente en su espina dorsal. Siempre inclinada hacia la música, en especial la composición de líricas y el canto, Celeste decide componer e interpretar una canción en el funeral de sus compañeros. El video, por supuesto, se esparce por el internet años antes de que la viralidad en las redes sociales fuera una herramienta para ser descubierto y alcanzar el éxito.

Raffey Cassidy y Natalie Portman en “Vox Lux”

Formada por la tragedia, Celeste se convierte rápidamente en una de las más prometedoras nuevas cantantes de la escena del pop. Con su manejador (Jude Law) y su hermana (Stacy Martin) en el piano y ayudando en la escritura de líricas, Celeste inicia una transformación total a manufacturada estrella de pop. Este es el primer de tres capítulos en que se divides la película, y el más enfocado de todos.

El segundo, 17 años más tarde, vuelve a explorar el acto de terror de abrir fuego en lugares públicos, justo en el día en que Celeste se prepara para una rueda de prensa y el primero de varios conciertos para promover su regreso a los escenarios. En esta ocasión, el director adopta un estilo familiar al de Danny Boyle con Steve Jobs, desarrollando toda la acción en una sola localidad durantes las horas previas a un evento importante. Aquí, Celeste es interpretada por Natalie Portman con la ferocidad y rapidez al hablar que le habría requerido un guion de Aaron Sorkin. Aunque en ocasiones un poco caricaturesca, Portman sale en busca en su cuarta nominación al Oscar con una versión de Celeste que sirve de comentario sobre los estragos de la fama y la necesidad de las celebridades de mantenerse relevantes a cualquier costo.

Portman es hipnotizante no solo en los intercambios con su hija -interpretada por Cassidy en una extraña decisión creativa- sino también en las impresionantes coreografías con música original de Sia, reservadas para el tercer acto de la película. Pero la verdadera estrella sigue siendo Corbet, quien logra un improbable balance y entrelazamiento entre temas complejos, un acercamiento mayormente experimental y un compromiso con hacerle justicia a la música, el proceso creativo y la ejecución.

TIFF 2018: Crítica de VOX LUX con Natalie Portman
4.0Overall Score
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